Los entornos escolares, que deberían ser espacios seguros para niños, padres y docentes, siguen siendo escenario de una preocupante cifra de accidentes de tránsito. Solo en lo que va de 2025, la Secretaría de Movilidad ha registrado 4.423 siniestros viales cerca de instituciones educativas en Bogotá.
Aunque la mayoría de los afectados no son menores de edad, la estadística deja en evidencia el riesgo latente al que están expuestos los estudiantes. El caso de Juan Felipe Camargo, un niño de nueve años atropellado al salir de su colegio en Usaquén, se convirtió en un símbolo de esta problemática. Nueve meses después, su familia aún espera respuestas en medio del proceso judicial.
En una ciudad donde más de 500 personas pierden la vida cada año en las vías, el peligro en zonas escolares refleja la urgente necesidad de reforzar las medidas de prevención, control y educación vial en estos espacios.
