La reciente muerte de dos extranjeros en Medellín da cuenta del gran riesgo que corren quienes van a la ciudad buscando diversión valiéndose, en muchos casos, de los contactos que hacen a través de las redes sociales.
Aprovechándose de los dólares, las joyas y los objetos de valor que los extranjeros cargan en sus viajes, las redes delincuenciales fijan sus tentáculos en ellos y los asedian con perfiles falsos (o reales) para seducirlos, drogarlos y en algunos casos robarles la vida.
Te puede interesar: Así opera la red de narcotráfico dentro de la Aerocivil
Por lo menos dos de las nueve víctimas de ciudadanos foráneos que se han reportado este año en Medellín murieron bajo los efectos de la escopolamina, mientras que otros cinco aún está por determinarse las circunstancias de su muerte y otros dos fueron catalogados como homicidios. A esto se suma el asesinato de 45 venezolanos en Antioquia, de los cuales 26 fueron en Medellín.
Richard Even Clark, de Estados Unidos, y Paul N’Guyen, de Tailandia, fueron las dos últimas víctimas que se sumaron a la trágica lista. Sus familiares y amigos denunciaron que perdieron la vida mientras departían con mujeres desconocidas.
Por otra parte, Paul N’Guyen, un tailandés que estaba radicado en el estado de California, Estados Unidos, había llegado de turismo a Medellín y para hacer más ameno su paseo contactó a una mujer a través de la red social Tinder.
La noche del 10 de noviembre, lo último que se supo de él fue que estaba en un establecimiento comercial en compañía de una mujer, de la que dejó registro en sus redes sociales. Unas horas después de subir las fotos no contestaba ni sus mensajes, ni su línea telefónica.
Un día más tarde, en una calle del barrio El Cucaracho, noroccidente de Medellín, apareció el cuerpo sin vida de un hombre, tendido al lado de recipientes de basura. Como no tenía documentos, quedó como cuerpo no identificado, pero sus rasgos físicos hicieron sospechar que era un ciudadano extranjero.
Personas que lo conocían en la capital antioqueña iniciaron su búsqueda y al llegar a Medicina Legal confirmaron que Paul estaba muerto. Pero sus victimarios, entre tanto, hacían compras con sus tarjetas de crédito, por lo menos dos de ellas quedaron registradas en un almacén del barrio Los Colores, según informaron sus allegados.
No solo la rumba en la calle es peligrosa para los extranjeros, la historia de Richard Even Clark, un estadounidense de 72 años, dejó conmovida a la vecindad del barrio Lorena, en Laureles, donde residía desde hace cuatro años.
También puedes leer: Desde Santander lanzan S.O.S por fuerte ola invernal
Un allegado a la víctima le contó a El Colombiano, que “la noche del 6 de noviembre llegaron al apartamento de él, dos mujeres con tapabocas, que ya lo habían visitado antes. Era la segunda vez que iban y, al parecer, con la idea de propinar el golpe”, comentó.
Richard las recibió junto a otro amigo, que tuvo mejor suerte que él. “Según relató el amigo de Richard, quien era muy cercano a él, comenzaron a departir con ellas, a comer y a tomar algunas bebidas embriagantes. Luego contó que pasado un rato perdió la conciencia cuando les empezaron a echar aceite en todo el cuerpo, simulando un masaje”, manifestó el allegado.
Cuando despertó al día siguiente la escena lo sacó del letargo: Richard estaba completamente desnudo y sin signos vitales. Las dos mujeres que habían contactado por las redes sociales no estaban allí, así como tampoco algunos objetos de valor.
Luego de la muerte de Richard se comprobó que las mujeres también se llevaron sus tarjetas de crédito. Los vecinos del edificio Horus lo recuerdan como un hombre afable, del que no tenían queja alguna en los cuatro años que vivió allí.
Estos dos casos dejan en evidencia el accionar de estructuras delincuenciales que están enfocadas en ir tras la pista de turistas colombianos y extranjeros, quienes, interesados en conocer a mujeres u hombres, según su preferencia, terminan siendo víctimas de hurto o abuso sexual.
Según la Secretaría de Seguridad de Medellín, este año se han registrado 313 casos de hurto a personas, 37 hurtos a residencias y 23 casos de delito sexual mediante el uso de la escopolamina.
El coronel (r) Omar Rodríguez, subsecretario operativo de la Secretaría de Seguridad de Medellín, explicó que “una de las modalidades es la utilización de mujeres que perfilan a las víctimas. Otra es la utilización de redes sociales por parte de grupos delincuenciales que las aprovechan para conocer personas y buscar citas. Confiados en sus planes de diversión, los extranjeros van a establecimientos públicos y ahí es donde caen en manos de estos delincuentes”.
Las zonas donde más operan, según la autoridad municipal, son la vía pública, con el 21%, mientras que los bares, las discotecas y similares representan el 18% de los hurtos con uso de escopolamina.
“Los principales puntos de la ciudad donde se registran estos hurtos son el Parque Lleras, los dos parques de Laureles, la carrera 70 y el sector de La 45, en Manrique”, señaló el subsecretario Rodríguez.
El funcionario aseguró que, en la mayoría de los casos, estas estructuras operan independiente al régimen de los grupos de crimen organizado ya reconocidos en la ciudad.




