La reciente alerta emitida por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) respecto al aumento de casos del virus Oropouche es una clara señal de alarma que no podemos ignorar. Con 8.078 casos confirmados en varios países de América Latina, la fiebre de Oropouche se está propagando a un ritmo preocupante, y Colombia no es la excepción.
El virus Oropouche, que comparte síntomas con el dengue, ha causado estragos en Brasil, Bolivia, Perú, Cuba y, recientemente, en Colombia. Los 74 casos confirmados en nuestro país, en su mayoría en Amazonas, muestran la vulnerabilidad de nuestras regiones más expuestas y resaltan una preocupación mayor: la falta de conciencia y preparación para enfrentar esta amenaza.
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El virus
Las características del virus, transmitido por insectos como el jején y el mosquito Culex, hacen que la prevención sea un desafío. La OPS ha subrayado la importancia de medidas preventivas como el uso de repelentes y la protección contra las picaduras, pero la realidad es que la falta de una vacuna o tratamiento antiviral específico deja a la población en una situación de alta vulnerabilidad. Colombia, con el 51.4% de los infectados siendo mujeres y una alta incidencia en jóvenes, debe actuar con rapidez. El Instituto Nacional de Salud está haciendo un esfuerzo significativo al implementar estrategias de búsqueda de casos, pero la tarea es monumental. La estrategia retrospectiva y el refuerzo en la vigilancia del dengue han permitido identificar casos, pero es fundamental que se mantenga un esfuerzo constante para no subestimar la magnitud del brote.
Las declaraciones del Instituto Nacional de Salud resaltan la necesidad de mantenerse alerta y de fortalecer las medidas preventivas. El hecho de que la fiebre de Oropouche pueda ser confundida con otras infecciones arbovirales solo incrementa el riesgo de una expansión descontrolada.
Es imperativo que los gobiernos y las comunidades en los países afectados refuercen sus campañas de sensibilización. La educación y la información son herramientas poderosas en la prevención. La OPS ha hecho un llamado claro para una respuesta coordinada y efectiva, y es nuestra responsabilidad atenderlo.
El brote del virus Oropouche es un recordatorio de la fragilidad de nuestros sistemas de salud frente a las amenazas emergentes. La cooperación internacional y el compromiso local son esenciales para controlar la propagación.
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