Este 11 de septiembre el mundo volverá a recordar las crueles y devastadoras imágenes que cambiaron la historia de los Estados Unidos.
A pocos días de conmemorarse los 20 años de este atentado terrorista, en Guantánamo se reanudó el juicio a Jalid Sheij Mohamed, supuesto cerebro de los atentados.
Los cinco fueron encerrados hace quince años en la prisión de la base estadounidense en Cuba.
Según lo informó Efe, el proceso, que había sido interrumpido en febrero de 2020 por la pandemia de COVID-19, podría reanudarse el miércoles.
Mohamed, con una densa barba roja canosa, ingresó el martes temprano a la sala de audiencias del tribunal militar repleta de fiscales, intérpretes y los equipos de la defensa de los cinco imputados.
Detrás de un grueso cristal, se encontraban familiares de las 2.976 personas que murieron hace casi exactamente 20 años, cuando cuatro aviones secuestrados impactaron contra el World Trade Center en Nueva York, el Pentágono en Washington, y un campo de Pensilvania.
Los cinco acusados, presos desde hace casi 15 años en la base de Guantánamo, enfrentan la pena de muerte por cargos de asesinato y terrorismo ante el tribunal de crímenes de guerra.
Chaquetas de camuflaje
El proceso se reanudó en la sala de audiencias «Camp Justice», de alta seguridad, en la cima de una colina en la base naval estadounidense en la Bahía de Guantánamo.
Los imputados ingresaron escoltados por militares, y cada uno se sentó a una mesa con su propio equipo de defensa.
Mohamed llevaba un turbante azul y una mascarilla a juego que se quitó dejando a la vista su larga barba. Charló animadamente con bin Attash mientras revisaba una pila de documentos.
Bin Atash, quien presuntamente ayudó a planificar los ataques del 11-S, vestía un tocado de kufiya rosada y una chaqueta de camuflaje beige, y caminaba lentamente con una prótesis en una pierna que perdió en un tiroteo en Afganistán en 1996.
Al-Shibh, miembro de la llamada «Célula de Hamburgo» de secuestradores, también vestía una chaqueta de camuflaje color arena sobre sus pantalones de algodón blanco, aparentemente para reflejar sus días como miembro de la red yihadista Al Qaida.
Baluchi, también conocido como Ali Abdul Aziz Ali y sobrino de Mohamed, dejaba ver una barba negra corta debajo de su máscara y llevaba una gorra sindhi de su Baluchistán natal, en Pakistán, junto con un chaleco tradicional sobre su túnica blanca.
Está acusado de manejar las transferencias de dinero para los atentados.
El quinto imputado, Hawsawi, que trabajaba con Baluchi, entró con una túnica blanca estilo saudí Thobe.
También llevaba una almohada que colocó en la silla del hospital reservada para él, debido al daño rectal que sus abogados dicen que sufrió en los interrogatorios abusivos de la CIA.
McCall, el octavo en ser nombrado para presidir el proceso, comenzó preguntando a los acusados si entendían las pautas para la audiencia. «Sí», respondió cada uno, algunos en inglés y otros en sus propios idiomas.
Los abogados defensores dijeron estar ansiosos por retomar el proceso.



