La prensa mundial está de celebración y más el periodismo independiente tras la entrega del Premio Nobel de Paz 2021 a Maria Ressa y Dimitri Muratov.
Ambos han luchado contra la libertad de expresión Ressa dirige ‘Rappler‘ que a destapado varios escándalos en torno al presidente filipino, Rodrigo Duterte. De otro lado, Muratov es editor jefe del periódico ‘Novaya Gazeta’, muy crítico con el Kremlin.
Sin embargo no todo sería color de rosa para el periodista Ruso quién enfrenta un dilema y es que no podría recibir el premio que otorga el galardón porque podría ser perseguido por el gobierno de Putin.
Los premios concedidos vienen acompañados de ocho millones de coronas suecas, lo que se traduce en unos 843.000 euros. Este año, según VíaPaís, el ganador de cada categoría recibirá un total de 10 millones de coronas suecas, lo que equivale a 990.000 euros.
El Kremlin a quien en varias ocasiones a investigado y cuestionado el periodista, lo felicitó a Muratov por su “talento y valentía”.
“Es fiel a sus ideales”, manifestó Dmitri Peskov, portavoz de la presidencia de Rusia, en la rueda de prensa diaria.
También agregó, en nombre del Kremlin, las felicitaciones al periodista por el importante reconocimiento. Sin embargo, no dio certezas de si el presidente Vladimir Putin le hablará personalmente.
Quién es Dmitri Murátov:
El ruso galardonado hoy con el premio Nobel de la Paz, es el patriarca de la prensa libre en este país desde la caída de la Unión Soviética como director del periódico «Nóvaya Gazeta», el último bastión de la crítica independiente al Kremlin.
«Murátov es un gran hombre. No puede haber persona más digna en este país para un Nobel de la Paz. Nadie como él ha defendido, promovido y desarrollado la libertad de expresión en Rusia», dijo Elena Miláshina, la reportera más laureada del periódico.
Murátov encabezó en 1993, dos años después de la desintegración soviética, el grupo de periodistas que abandonó el diario «Komsomólskaya Pravda» con un objetivo claro en mente: hacer un nuevo periodismo en línea con los nuevos vientos democráticos que corrían en el país.
Después de trabajar como corresponsal de guerra en la primera guerra chechena, en 1995 Murátov fue nombrado director del periódico, cargo que ejerció hasta el día de hoy con la excepción de un paréntesis de dos años (2017-19).
Por un periodismo de investigación:
Con él al frente de la redacción, «Nóvaya Gazeta» se convirtió en el abanderado de un periodismo de investigación que no aceptaba rehenes a la hora de criticar a las autoridades, sea por la corrupción, la represión de las libertades democráticas o los abusos de los derechos humanos.
El hundimiento del submarino atómico Kursk (2000) en el que murieron sus 118 tripulantes fue uno de los primeros encontronazos con el presidente ruso, Vladímir Putin, al que criticaron por no suspender sus vacaciones y por no dirimir responsabilidades entre la plana mayor de la Armada rusa.
Desde entonces, Putin se comportó, en el mejor de los casos, «como si no existiéramos», según comentaron a Efe fuentes del periódico.
Putin volvió a ser la diana de las críticas por las controvertidas operaciones de rescate tras los secuestros terroristas del teatro de Dubrovka (2002) y la escuela de Beslán (2004), que terminaron con cientos de civiles muertos.
Chechenia, un agujero negro para la prensa rusa, fue uno de los temas más tratados por Murátov, quien envió a sus reporteros a cubrir los principales sucesos en la república norcaucásica, desde las dos guerras a los numerosos casos de abusos por parte de los militares rusos.
En la última década, el líder chechén, Ramzán Kadírov, intocable para la prensa generalista, recibió muchas críticas de «Nóvaya Gazeta» por convertir Chechenia en una especie de califato donde no regían las mismas leyes que en el resto del país.
Los últimos reportajes del diario sobre la persecución, violación y el asesinato de los homosexuales en la república y lejos de ella por parte de los servicios de seguridad chechenes recibieron un gran eco en la prensa y televisión de todo el mundo.
Periodistas amenazados de muerte
Murátov tuvo que dar la cara en innumerables ocasiones ante los tribunales para defender a sus periodistas, continuamente amenazados de muerte por sus críticas a las autoridades locales, especialmente en el Cáucaso, y llevados a juicio por supuestas difamaciones.
El caso más sonado fue el de Anna Politkóvskaya, la máxima estrella de «Nóvaya Gazeta» y que fue asesinada por un comando chechén en el portal de su casa el 7 de octubre 2006.
«El Nobel es merecido y muy oportuno. Lo han concedido cuando se ha declarado una guerra contra la libertad de expresión en Rusia. Hemos recibido la mejor arma en nuestra interminable lucha por la verdad», sentenció Miláshina.
Dmitry Muratov – awarded the 2021 #NobelPeacePrize – has for decades defended freedom of speech in Russia under increasingly challenging conditions. In 1993, he was one of the founders of the independent newspaper Novaja Gazeta, @novaya_gazeta.#NobelPrize pic.twitter.com/AXF8a3CDGZ
— The Nobel Prize (@NobelPrize) October 8, 2021




