El ambiente que se vivió en el Estadio Metropolitano de Barranquilla fue de alta tensión y peligro. Antes, durante y después del partido entre Junior y América de Cali, la atmósfera de inseguridad se sentía en cada rincón, reflejando una falta de control que afectó profundamente la experiencia de los hinchas.

Desde las horas previas al encuentro, ya se vislumbraba el descontrol en la seguridad. La barra brava de Junior, conocida como la Banda de los Kuervos, comenzó a amenazar abiertamente a los aficionados del América de Cali, exigiendo a todos los asistentes llevar la camiseta de Junior como una muestra de “lealtad”. Mensajes intimidantes circulaban en redes sociales y en los alrededores del estadio, en los que se dejaba claro que quienes no cumplieran con esta condición serían agredidos. La pregunta en el aire era: ¿acaso estas barras se han apropiado del estadio como si fueran sus dueños?
En un incidente alarmante ocurrido en las afueras del estadio, un hincha que no portaba la camiseta del Junior fue brutalmente atacado por un grupo de barristas de la Banda de los Kuervos. En un impactante video que circuló ampliamente, se ve cómo lo golpearon con puños, botellas, objetos punzantes y contundentes. Lo más inquietante del caso es que el ataque ocurrió bajo la mirada indiferente de tres agentes de la Policía que no intervinieron, aumentando la indignación de los testigos y de quienes luego vieron las imágenes en redes sociales.
Se viralizó un video en el que un barrista, asumiendo un papel de autoridad, exigía la cédula a un hincha que tampoco portaba la camiseta de Junior en la tribuna Oriental. Este aficionado, que llevaba un suéter negro, estaba acompañado de una joven con la camiseta de Junior, pero aún así fue sujeto a la intimidante solicitud. La situación causó indignación en redes sociales, con múltiples usuarios denunciando que, durante todo el partido, los barristas parecían “controlar” el estadio, pidiendo identificaciones a quienes no iban con los colores del Junior para presuntamente detectar y agredir a los hinchas del América de Cali.
Imágenes y videos de lo que sucedió ayer en el Metropolitano. Las autoridades se amarran los pantalones o los chirretes se joden el espectáculo del fútbol en #Barranquilla . pic.twitter.com/wJFhpVkA7j
— Albert (@albert971) October 28, 2024
Lo que debería haber sido un plan familiar se convirtió en una pesadilla para Eber Otero y su madre, quienes habían asistido por primera vez al estadio. En medio de la celebración del primer gol, un barrista lanzó una lata de cerveza que impactó a la mujer en la cabeza, causándole una herida que comenzó a sangrar abundantemente. El hecho, ocurrido en la tribuna Oriental, resaltó la impotencia de los aficionados frente a la violencia descontrolada. Eber expresó su decepción en redes sociales, criticando a la Policía y a la administración de Barranquilla por permitir la entrada de estos “desadaptados” que dañaron la experiencia futbolística.
La situación plantea serios cuestionamientos sobre el rol de las autoridades. Pese a contar con un Puesto de Mando Unificado y la presencia de 700 policías asignados al evento, muchos aficionados no se sintieron seguros y perciben a la Policía como observadores pasivos. Ante este caos, surgen interrogantes sobre la efectividad de las medidas de seguridad: ¿qué papel cumple la Policía en estos encuentros? ¿Por qué se permite que los barristas actúen impunemente y controlen el ambiente dentro y fuera del estadio?
Además, tras la sanción de ciertas tribunas, los barristas han migrado a la tribuna Oriental, donde continuaron exigiendo la cédula y dinero a otros asistentes. La violencia parece haber superado cualquier esfuerzo de seguridad, y los robos en los alrededores del Metropolitano también han ido en aumento, creando un ambiente de miedo entre los hinchas.

Tras la ola de críticas, la Policía emitió un comunicado informando sobre las acciones tomadas: cinco medidas correctivas aplicadas, una persona herida atendida y una captura realizada. También publicaron un cartel con las características de algunos de los presuntos agresores e informaron que ofrecerían una recompensa de hasta tres millones de pesos para quien suministre información útil para su identificación. Sin embargo, el esfuerzo fue insuficiente. El teniente coronel Arley Gamba, comandante operativo de la Mebar, reveló que 66 personas, incluyendo 10 menores de edad, fueron expulsadas del estadio por comportamientos contrarios a la convivencia.
Este despliegue de seguridad, en colaboración con la Secretaría de Gobierno, no cumplió con su propósito. A pesar de las promesas de las autoridades locales y policiales, el estadio Metropolitano se ha convertido en un escenario de riesgo, en el que decenas de hinchas prefieren no asistir por miedo a sufrir agresiones.
La situación en el Metropolitano es solo una muestra de una problemática extendida en todo el país: la incapacidad de las autoridades para controlar la violencia de los barras bravas en los eventos deportivos. Ir a un partido de fútbol, lejos de ser una experiencia de entretenimiento y pasión, se ha convertido en una actividad riesgosa. Las autoridades están ante el reto de recuperar el control de los escenarios deportivos para garantizar la seguridad de todos los aficionados.




