La situación de Unión Magdalena es prácticamente insostenible. La derrota 1-0 ante Atlético Bucaramanga no solo dejó al equipo sin puntos en una fecha clave, sino que lo hundió aún más en la tabla del descenso. Para mantenerse en la máxima categoría, el ‘Ciclón Bananero’ necesita un verdadero milagro: ganar los cinco partidos restantes y esperar que Boyacá Chicó no sume ni un solo punto en lo que queda del torneo.
Frente a Bucaramanga, Unión no hizo un mal partido en términos de esfuerzo, pero volvió a fallar en lo que ha sido su gran problema todo el campeonato: la falta de eficacia en los metros finales. Tuvo 9 remates, apenas uno menos que su rival, pero solo 3 fueron al arco, y ninguno con verdadero peligro. En un duelo donde cada oportunidad cuenta, la poca contundencia volvió a condenarlos.
La posesión fue para el local (57%), pero Unión manejó el balón en varios tramos del partido, con un 43% de tenencia y 293 pases completados con una efectividad del 71%. No obstante, el equipo careció de profundidad, de desborde por los costados y de ideas claras para romper una defensa bien estructurada. Al final, terminó repitiendo el guion de otras jornadas: esfuerzo sin resultados.
Ni siquiera los 5 tiros de esquina generados lograron inclinar la balanza. Unión intentó, empujó, pero sin claridad. Su desempeño defensivo tampoco fue suficiente para frenar a Bucaramanga, que con menos llegadas claras supo capitalizar una jugada puntual y liquidar el partido. El equipo samario, una vez más, fue víctima de su propia ineficacia y desconcentración.
Los 10 remates recibidos, 4 al arco, y la pérdida constante de duelos en el medio campo marcaron la diferencia. Aunque igualaron en tarjetas amarillas (3) y cometieron menos faltas (10 frente a 16 de Bucaramanga), la falta de agresividad en las zonas claves del campo terminó costando caro. En esta etapa del campeonato, ya no hay margen para el error.
Con solo cinco jornadas restantes, la matemática es brutal: Unión Magdalena está obligado a ganar absolutamente todo y esperar que Boyacá Chicó pierda todos sus partidos. No hay espacio para empates, ni para especulaciones. Es ganar o morir. Pero incluso si lo logran, el destino no está en sus manos. Dependen del colapso de un rival directo, y eso los pone contra las cuerdas.
El tiempo se acaba, y la categoría se escapa como agua entre los dedos. Unión Magdalena necesitará algo más que fútbol en lo que queda del torneo. Necesita carácter, precisión… y una dosis enorme de suerte. Porque en el fútbol, los milagros existen, pero no suelen repetirse dos veces en el mismo lugar.




