Una reforma sin eco

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México vivió este domingo una elección histórica por primera vez, la ciudadanía fue llamada a las urnas para elegir directamente a más de 2,600 jueces y magistrados, tanto a nivel nacional como local. Se trató de un ejercicio sin precedentes, incluso a nivel mundial, impulsado por el partido Morena y respaldado por el gobierno de Claudia Sheinbaum, que goza de altos niveles de aprobación.

Sin embargo, el dato más llamativo fue la bajísima participación ciudadana: apenas el 13% del padrón acudió a votar. ¿Por qué tan poca gente se sumó a una reforma de tal magnitud?

Una elección difícil de entender

La elección judicial fue un terreno desconocido para la mayoría. Elegir jueces no forma parte del imaginario electoral en México, y muchas personas no sabían quiénes eran los candidatos ni cómo evaluar su perfil. La falta de familiaridad generó desinterés y abstención.

El poder judicial, lejos de la vida cotidiana

Para la ciudadanía común, el sistema judicial es percibido como algo técnico, inaccesible y alejado de sus preocupaciones diarias. Sin una conexión emocional o práctica con lo que estaba en juego, la mayoría optó por no participar.

Desconfianza y dudas sobre la reforma

Aunque el gobierno mantiene altos niveles de popularidad, eso no se traduce automáticamente en respaldo total a todas sus iniciativas. Algunos sectores —incluyendo simpatizantes del oficialismo— manifestaron dudas sobre los fines reales de la reforma, sospechando que podría ser un intento de controlar el poder judicial.

Fallas logísticas y desinformación

Como era de esperarse en un ejercicio inédito, hubo problemas técnicos, boletas confusas y poca información clara para el votante. Todo esto contribuyó a que muchos prefirieran quedarse en casa.

Percepción de falta de competencia

Si bien hubo candidaturas abiertas, muchos percibieron que los perfiles propuestos eran afines al oficialismo o salidos del mismo círculo de poder. La sensación de que “todo estaba decidido” pudo desalentar la participación.

La presidenta Claudia Sheinbaum calificó la jornada como un éxito y aseguró que se aprenderán lecciones para mejorar el modelo en 2027. Pero el mensaje de las urnas es claro: sin una estrategia de comunicación más eficaz, sin pedagogía cívica y sin garantías de pluralidad, una reforma estructural puede quedarse sin voz ciudadana, por más innovadora que sea.


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