El Covid-19 impactó muchos sectores, incluso el de las viviendas universitarias, puesto que dependía principalmente de la presencialidad para el desarrollo de su labor. Sin embargo, la emergencia sanitaria sirvió como una ventana de oportunidad para encontrar un margen de acción efectivo, acoplándose así a los desafíos que implican una pandemia global.
Además, la educación universitaria, de la mano con los sectores e industrias que la sustentan, son un caso particular del que poco se habla pero que tiene ciertas reflexiones por compartir. Precisamente a partir de estas vivencias e historias se logra expresar y evaluar los distintos efectos, así como las oportunidades que surgieron para poner en marcha un proceso de reinvención situando a iniciativas como City U como parte de los sectores con una recuperación dinámica, de crecimiento estable y continuo.
En el caso particular de City U en los meses pre-pandemia, propiamente marzo de 2.020, contaba con una comunidad de aproximadamente 800 residentes y para el segundo pico de contagios, tres meses después, se registró una disminución considerable en el número de residentes (-70% de una disponibilidad total de 1.600 camas).
Adentrados en la fase de vacunación nacional, la disminución de las medidas de contención del Covid-19, sumados a la asimilación de ‘la nueva normalidad’, la reactivación económica y el retorno a modalidades híbridas de clases se inició el periodo de recuperación e incremento pausado de la presencialidad de quienes asisten a las distintas universidades alrededor del complejo de City U. Así las cosas, para agosto del año 2.021 había una tasa de ocupación estudiantil del 50% llegando a datos de meses pre-COVID para noviembre de ese mismo año.
Las tres torres de color azul y verde que adornan el centro de Bogotá van más allá de una oportunidad de vida universitaria para alumnos y la comunidad educativa en general, trascendiendo a una serie de experiencias irrepetibles para quienes entran en contacto con el sector.
Denominado quizás como ‘el efecto City U’, este espacio es una oportunidad de experimentar la oferta gastronómica, con cerca de 30 locales, a la espera de abrir 12 más en los próximos 3 meses. Al mismo tiempo brindando diversos servicios y apoyos en materia de salud, tecnología, cuidado y acompañamiento con el programa USense.
Javier Nieto, gerente general de la firma, dijo que parte del éxito del proyecto como una colectividad académica reside en el valor agregado que brinda la diversidad de quienes construyen ese espacio de comunidad, permitiendo compartir y aprender, logrando un crecimiento integral en la experiencia y a través del apoyo de la dirección de experiencia a través del concepto USense.
La integración nacional en estos contextos sirven para enriquecer espacios académicos, sociales y personales. La Ciudadela universitaria más grande de América Latina cuenta actualmente con un 63% de residentes de distintas regiones de Colombia, donde hay mayor presencial de Santander (13,6%); Valle del Cauca (9,4%) y Boyaca (5,6%). Un dato interesante es la alta afluencia de bogotanos que encuentran una oportunidad para hacer parte de la comunidad. Si se comparan los datos de hoy con aquellos del 2019 vemos un alza del 74% de residentes capitalinos.
Bogotá resuena cada vez más en un escenario donde cuestiones de los largos tiempos de desplazamiento y la distancia entre municipios aledaños o la apuesta a una independencia familiar temprana ganan más atención entre los mismos bogotanos que residen en el sitio. Es importante resaltar que Bogotá a través de los años se ha convertido en el destino preferido de estudiantes no solo de distintos departamentos del país, también de la región Andina.



