Una mujer fue asesinada con un arma de fuego por su pareja sentimental

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El pasado lunes 28 de julio, Karen Julieth Bajicá Pacheco, una joven madre de 25 años, fue asesinada presuntamente por su pareja sentimental, Jimmy Alvarado, de 41 años. Tras una fuerte discusión al interior de su vivienda, el hombre le disparó dos veces, pero una bala en el pecho de Karen acabó con su vida.

Los hechos: una tarde que se tiñó de tragedia

El pasado lunes 28 de julio, hacia las 5:00 p.m., la tranquilidad de la vereda El Tejar, en Paipa, fue rota por varios disparos. Una llamada alertó a las autoridades sobre lo que ocurría en el interior de una vivienda cercana al colegio del sector. Al llegar al lugar, la Policía Nacional encontró el cuerpo sin vida de Karen Julieth Bajicá Pacheco, una mujer de 25 años, madre de dos niños y trabajadora de una panadería.

Su agresor, según las autoridades, fue su compañero sentimental, Jimmy Alvarado, de 41 años, quien fue capturado minutos después en zona boscosa con un revólver calibre 38 y 6 cartuchos en su poder. La víctima presentaba una herida mortal de bala en el pecho. Los hechos son investigados como feminicidio.

Un agresor con antecedentes y una justicia que llega tarde

Jimmy Alvarado no era un desconocido para la justicia. En su historial penal SPOA figuran 13 anotaciones por delitos como hurto, estafa, violencia intrafamiliar e inasistencia alimentaria. Sin embargo, a pesar de este prontuario, seguía libre. Hoy está a disposición de la Fiscalía, pero su captura no borra el dolor ni responde a la pregunta que muchos se hacen: ¿Cuántas mujeres deben morir para que se actúe a tiempo?

Karen: madre, trabajadora y víctima de un sistema que no protege

Karen era ama de casa y ayudante de panadería. Luchaba por sus dos hijos: Erik Santiago, de siete años, y Liam Alejandro, de tres. Ninguno de ellos es hijo del hoy señalado como victimario. En este momento, el mayor está bajo cuidado de su padre, mientras que el menor quedó a cargo de su abuela paterna. Una familia rota, dos niños sin su mamá y una comunidad que exige justicia.

Otra alerta ignorada: cifras que duelen, denuncias que no bastan

Este es el tercer feminicidio registrado en Boyacá en lo corrido de 2025. Antes fue en Chiquinquirá y en Puerto Boyacá. La secretaria de Gobierno de Boyacá, Alejandra Pico, rechazó el crimen y reiteró que en el departamento se implementa la estrategia «Cero impunidad». Sin embargo, muchas mujeres preguntan: ¿para qué sirven los números de atención si al denunciar no pasa nada? ¿Dónde está la protección real?

La fundación Sobreviviente Boyacá fue contundente: «Este es el resultado de una cultura que justifica, silencia y abandona».

El rostro legal: leyes que existen, pero que muchas veces no se cumplen

Según el artículo 104A del Código Penal Colombiano, el feminicidio es un delito castigado con penas de hasta 41 años de prisión. No obstante, las leyes blandas, los beneficios judiciales y la burocracia permiten que muchos agresores reincidan. Karen pudo haber denunciado a tiempo, ¿pero alguien la escuchó?

Las autoridades piden denunciar, pero ¿Qué pasa después?

La Policía y la Gobernación de Boyacá reiteran la importancia de denunciar. Las líneas #155 (Patrulla Púrpura) y #122 (Fiscalía) están habilitadas. Sin embargo, muchas mujeres sienten que tocan puertas que no se abren. Denuncian, esperan, insisten… y a veces, como Karen, ya es tarde.

Un mensaje que el silencio no puede borrar

Karen no era solo una víctima. Era madre, hija, amiga. Su sonrisa no volverá, pero su historia no puede ser olvidada. Erik y Liam crecen ahora sin su mamá, pero no están solos. Su dolor es también el de todos los que creemos en una sociedad justa, donde la violencia no tenga cabida. Hoy, Paipa y Boyacá lloran por Karen. Que su memoria sea el impulso para que ni una más sufra lo que ella sufrió.

Para todas las mujeres que hoy temen, luchan y callan

A ti, que vives con miedo, que callas por temor, que aún estás esperando que alguien te crea: no estás sola. Hablar, denunciar, buscar ayuda, no es fácil. Pero es un acto de valentía. A ti, que conoces a alguien que está en riesgo: no mires a otro lado. La indiferencia también mata.

Este país necesita leyes más firmes, pero también una sociedad que no tolere ni una agresión más. Ni una más.

Romper el silencio, romper el patrón

En medio de la impotencia, sigue siendo vital denunciar. Porque aunque la justicia falle, aunque el sistema tenga vacíos, la denuncia formal es la puerta de entrada para visibilizar, actuar y exigir respuestas. Romper el silencio es romper el patrón. Las autoridades tienen la responsabilidad de actuar, pero también la sociedad tiene la responsabilidad de exigir y vigilar.

Las denuncias formales permiten construir estadísticas reales, diseñar políticas públicas y ejercer presión social. La violencia no se erradica con discursos, sino con acciones firmes y colectivas. Y en eso, cada denuncia cuenta.


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