A mediodía, doña Salud dormita sentada en el patio de la casa con la cabeza apoyada en la mano. La siestecita no le va a durar mucho; pronto empezará el desfile de turistas, que la llamarán Mamá Coco. Ella abrirá los ojos, se incorporará tantito y se prestará para la foto. Uno tras otro se quitarán el cubrebocas pandémico y posarán a su lado. Después, deslizarán un billete en sus manos semicerradas de 107 años. Mamá Coco sonreirá con pocos dientes.
Quién lo iba a decir, cumplida ya la centuria, la historia dio un vuelco. Un extraño giro entre la realidad y la ficción. En 2017, Pixar presentó uno de sus últimos grandes éxitos, Coco, una película de animación que cuenta, por boca de un niño que quiere ser músico, las tradiciones mexicanas del Día de Muertos, el reencuentro por unas horas entre los que ya se fueron y los que aún obedecen a la fuerza de la gravedad.
