David Nocua, un joven de 14 años, desapareció el pasado 8 de mayo en el barrio Miravalle, localidad de Usme. Durante dos días, su familia lo buscó incansablemente tras reportar su desaparición ante las autoridades. La esperanza de hallarlo con vida se desmoronó el sábado 10 de mayo, cuando su madre lo encontró sin signos vitales en una zona boscosa cercana al río Tunjuelito, al sur de Bogotá.
La mujer llegó en la tarde hasta el CAI del barrio La Aurora. Con angustia, les informó a los uniformados que había visto un cuerpo en las inmediaciones del río y que, por sus características, creía que se trataba de su hijo desaparecido. Los policías acudieron de inmediato al sitio señalado. Al llegar, confirmaron el hallazgo: un joven yacía sin vida, con claras señales de violencia.
El teniente coronel Norberto Caro, comandante operativo de Seguridad Ciudadana de la Policía de Bogotá, aseguró que las autoridades judiciales ya tomaron el caso y trabajan para establecer las circunstancias de tiempo, modo y lugar del crimen.
Un equipo forense realizó el levantamiento del cadáver en las cercanías del botadero Doña Juana. Según el informe preliminar, el cuerpo de David presentaba múltiples heridas con arma blanca. Por el estado de descomposición, los investigadores concluyeron que la muerte ocurrió el mismo día de su desaparición.
El crimen ha causado conmoción en la comunidad. Los vecinos lamentan lo ocurrido y exigen justicia, mientras que los investigadores intentan encontrar pistas que lleven a los responsables. La tarea no resulta sencilla: la zona donde apareció el cuerpo no cuenta con cámaras de seguridad, lo que dificulta la identificación de los agresores.
Las autoridades confirmaron que David no tenía antecedentes ni registros judiciales. Por ahora, siguen buscando testimonios o evidencias que aclaren los motivos detrás del asesinato. La familia del menor espera respuestas y pide que el caso no quede en la impunidad.




