Las calles se han convertido en el hogar forzado de muchos perros que, sin rumbo ni protección, enfrentan cada día la lucha por sobrevivir. Bajo la lluvia, buscan refugio en cajas o debajo de bancas, mientras que el frío de la noche se convierte en su mayor enemigo. La falta de alimento, el rechazo de las personas y el peligro de otros animales hacen que su existencia sea una batalla constante, marcada por el miedo y la incertidumbre.
El paso del tiempo deja huellas imborrables en sus cuerpos. Sus patas, antes ágiles, se tornan débiles, su piel refleja las cicatrices de la intemperie y sus ojos, cada vez más apagados, muestran el peso de una vida de abandono. En invierno, la lluvia convierte sus refugios en cartones mojados, reduciendo aún más sus posibilidades de descanso y seguridad.
Ante esta difícil realidad, si bien se han anunciado iniciativas para la protección animal, los esfuerzos siguen siendo insuficientes. Es urgente que desde la Alcaldía se implementen proyectos efectivos que garanticen bienestar y atención veterinaria a estos animales.
Es por eso, que es fundamental que los refugios destinados a la protección animal realmente cumplan su función. Cabe recordar que en febrero, la Personería de Ibagué reveló serias deficiencias en el Centro de Atención y Protección Animal (CAPA), comprometiendo el bienestar de cerca de 170 animales. La escasez de alimento, la falta de limpieza en las jaulas y la carencia de personal capacitado son problemas que exigen soluciones urgentes. Sin medidas concretas, el sufrimiento de estos animales seguirá siendo una deuda pendiente de la ciudad.



