Una desaparición ignorada

La familia de Jhon Charles Urbano, lo reconoció tras medio año de silencio institucional.
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El caso de Jhon Charles Urbano, joven oriundo de Pitalito, ha generado indignación y cuestionamientos hacia las autoridades competentes. Tras seis meses de permanecer como NN en las instalaciones de Medicina Legal de Neiva, su cuerpo fue reconocido en la mañana del 26 de septiembre, a pocos minutos de que fuera sepultado como un desconocido. La identificación se dio únicamente después de que la información circulara en redes sociales y por un aviso publicado por la Funeraria El Camino.

Jhon Charles había sido reportado como desaparecido hace medio año. Según el registro de Medicina Legal, el joven fue hallado sin vida en una vía del municipio de La Plata, presuntamente víctima de homicidio. Sin embargo, durante meses su nombre no fue vinculado al cadáver que permanecía en custodia oficial, evidenciando fallas graves en los mecanismos de búsqueda, cotejo e identificación.

El drama de su familia es también la radiografía de un Estado ausente. Mientras madres y hermanos emprendían una búsqueda incansable, las instituciones callaban. El cuerpo estaba ahí, en la morgue de Neiva, sin que nadie cruzara la información ni se activaran protocolos eficaces para evitar que la víctima terminara enterrada como un NN.

Negligencia

La historia de Jhon Charles desnuda una dolorosa realidad: la desarticulación entre las autoridades encargadas de garantizar los derechos más básicos. La demora en la identificación no solo prolongó el sufrimiento de sus seres queridos, sino que también pone en entredicho la seriedad con que se manejan los casos de desaparición en el Huila.

¿Cómo explicar que un cadáver permanezca seis meses bajo custodia oficial sin ser plenamente identificado? ¿Qué tipo de acompañamiento se ofrece a las familias cuando, en la práctica, se depende más del azar y de publicaciones comunitarias que de las rutas institucionales de búsqueda?

Justicia

Hoy, el cuerpo de Jhon Charles será trasladado a Funerales Los Olivos para recibir cristiana sepultura. Pero más allá del acto simbólico de despedida, queda una pregunta abierta: ¿quién responde por las fallas que permitieron que un joven laboyano permaneciera medio año como un número en los archivos de Medicina Legal?

El caso no es un hecho aislado. Se suma a las múltiples denuncias sobre deficiencias en los procesos de identificación y en el trato a las familias de desaparecidos en el país. En un territorio golpeado por la violencia y la desconfianza institucional, la historia de Jhon Charles es un llamado urgente a la revisión de protocolos, al fortalecimiento de la articulación interinstitucional y, sobre todo, al respeto de la dignidad de las víctimas.

Porque la justicia no puede limitarse a entregar un cuerpo seis meses después. La justicia exige respuestas, reparación y garantías de que tragedias como esta no se repetirán.


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