La cumbre del G20 que se celebrará este 22 y 23 de noviembre en Sudáfrica será una de las más inusuales desde la creación del foro en 1999. La ausencia total de Estados Unidos, sumada a la de los líderes de China, Rusia, México y Argentina, coloca al encuentro en un escenario sin precedentes y pone en duda su capacidad para producir acuerdos relevantes en un momento de fuerte tensión geopolítica.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha anunciado que no acudirá y que Washington no enviará representación alguna, alegando supuestas “masacres” contra afrikáners en Sudáfrica. Es la primera vez que la mayor economía del mundo queda completamente fuera de la mesa.
Tampoco participarán Vladímir Putin ni Xi Jinping, ausentes habituales en los últimos años por razones políticas y estratégicas, aunque sí enviarán delegaciones oficiales.
A esta lista se suman las mandatarias latinoamericanas Claudia Sheinbaum y Javier Milei. La presidenta mexicana ha optado por mantenerse en eventos nacionales, siguiendo su patrón de viajes internacionales limitados. Argentina, por su parte, enviará a su canciller mientras Milei permanece en el país, en una decisión que coincide con la postura de su aliado político Trump.
La combinación de ausencias —que afecta a cinco de los líderes más influyentes del grupo— deja a la cumbre en un momento delicado. Expertos advierten que esta edición del G20 podría ver reducida su eficacia, en un contexto global que exige coordinación ante conflictos, tensiones económicas y desafíos climáticos.




