Las colillas de cigarrillo se han convertido en uno de los principales residuos contaminantes a nivel global, representando una amenaza grave para los ecosistemas terrestres y marinos. A pesar de su tamaño diminuto, estos desechos, que a menudo se desechan de manera irresponsable, contienen una serie de sustancias tóxicas que pueden tardar años en descomponerse completamente. Cada año, miles de millones de colillas terminan en calles, playas, ríos y océanos, afectando la vida silvestre y la salud de los seres humanos.
Las estadísticas son alarmantes. Se estima que más de 6 billones de cigarrillos son fumados anualmente en todo el mundo, y una gran cantidad de sus colillas no son desechadas de forma adecuada. Según estudios recientes, hasta el 65% de los cigarrillos consumidos terminan arrojados en el medio ambiente, lo que convierte a las colillas en el residuo más frecuente recogido en limpiezas de playas y áreas urbanas. En países como Colombia, con sus extensas costas y ríos, las colillas de cigarrillo son una de las principales fuentes de contaminación en cuerpos de agua.
Composición y toxicidad de las colillas
La colilla de un cigarrillo típico está compuesta principalmente por acetato de celulosa, un tipo de plástico que puede tardar entre 10 y 15 años en descomponerse, y a veces más, dependiendo de las condiciones ambientales. Durante ese tiempo, estas colillas liberan sustancias químicas nocivas como nicotina, arsénico, plomo y amoníaco, entre otras. Estos químicos, al entrar en contacto con el suelo o el agua, tienen efectos devastadores en los ecosistemas.



