En pleno litoral del estado de São Paulo (Brasil) se encuentra la isla conocida popularmente como la Isla de las Cobras (Ilha da Queimada Grande), un enclave de apenas 43 hectáreas que alberga una de las mayores concentraciones de serpientes venenosas del planeta. Este territorio se considera tan peligroso que su acceso está prohibido al público en general.
Los estudios estiman que en la isla podría haber más de 400.000 serpientes, entre ellas la endémica y extremadamente venenosa Bothrops insularis, también conocida como víbora “cabeza de lanza dorada”. Su mordedura es tan potente que su supervivencia está comprometida sin atención médica inmediata.
Este ecosistema insular se creó tras el aislamiento de la isla hace unos 11.000 años, lo que permitió que las serpientes evolucionaran en un entorno sin depredadores terrestres y con abundancia de aves migratorias como presas principales. Esta peculiar evolución explica la densidad tan elevada de estos reptiles, uno de los factores que motivaron su designación como área protegida.
Desde 1985, la isla fue declarada una “Área Relevante de Interés Ecológico” por el Gobierno brasileño, y la entrada está restringida legalmente a científicos autorizados, bajo estrictas normas de seguridad.
Este territorio representa un recordatorio brutal de que la naturaleza puede albergar tanto maravilla como amenaza, y subraya la importancia de la conservación y el respeto a los ecosistemas más frágiles.




