Un nuevo femicidio conmocionó a la provincia de Córdoba, que ya superó la docena de muertes por la violencia machista en lo que va del año. La víctima, Lara Gigena, se encontraba en una casa con amigos en la madrugada del sábado cuando su expareja llegó a los gritos a buscarla. Ella salió a la vereda y empezó una discusión, que resolvió abruptamente cuando el agresor sacó un arma de entre sus ropas y le disparó en la cabeza.
“Una de las amigas se asomó por la ventana y vio que Ariel le estaba pegando a mi hermana. Entonces salió y la defendió. La intentó meter adentro de la casa y él vino con un arma y le pegó un tiro de atrás”, relató una hermana de la víctima. La bala perforó el cráneo y le dejó un orificio de ingreso y salida, por lo que murió casi en el acto. El feminicida, Ariel Torres, fue entregado a la policía por su hermana y el fiscal Fernando Moine, a cargo del caso, imputó al joven de 24 años por el delito de “homicidio calificado por mediar violencia de género”. En tanto, el arma homicida fue encontrada escondida en un vehículo que pertenecería al padre del acusado.
La hermana de la víctima contó que el acusado había estado en la misma fiesta que Lara: “Ellos habían peleado, él se fue y luego volvió con el revólver”. “Ella quería olvidarse de él. Al principio estaban bien y después empezaron las peleas y los maltratos. Mi hermana perdió un hijo de él por los golpes que le dio estando embarazada”, reveló la joven sobre los antecedentes violentos de la relación. Al parecer, el hombre ya tenía antecedentes de maltrato, en una ocasión ya le había disparado en una pierna, por lo que la víctima vivía con miedo y por eso no lo denunciaba.



