
José Andrés Torres fue atacado por pistoleros motorizados en el barrio Pekín.
En la tarde cálida y agitada de este miércoles, el barrio Pekín, en Fusagasugá, fue escenario de una escena que aún retumba entre las calles polvorientas y las miradas desconcertadas de los vecinos. José Andrés Torres, un hombre de entre 30 y 33 años, fue sorprendido por las balas mientras caminaba, sin saber que ese sería su último trayecto. En segundos, la tranquilidad habitual del sector fue sustituida por el estruendo de disparos y el eco de los gritos.
Los testigos no tardaron en reaccionar. Con una mezcla de pánico y solidaridad, varios residentes del barrio corrieron a socorrerlo. La Policía llegó rápidamente y, junto con la comunidad, lo trasladaron al Hospital San Rafael. Pero el daño ya estaba hecho. A pesar del esfuerzo del personal médico, José Andrés falleció pocos minutos después de haber sido ingresado, dejando tras de sí un silencio pesado y muchas preguntas.
Mientras la noticia se propagaba por la ciudad, comenzaron a emerger detalles sobre la vida de la víctima. Según fuentes oficiales, Torres tenía un historial con múltiples anotaciones por diferentes delitos. Lo conocían bien en los archivos policiales, aunque en Pekín su presencia era más reciente, como si se hubiese instalado allí buscando un nuevo comienzo o, quizás, huyendo de algo más oscuro.
Las primeras versiones apuntan hacia esta segunda posibilidad. De acuerdo con informaciones preliminares, José Andrés habría salido de Bogotá, específicamente del sector de Patio Bonito, presuntamente por vínculos con bandas criminales que allí operan. Esta hipótesis, aunque aún sin confirmar, toma fuerza como posible móvil del ataque. Una cuenta pendiente que lo alcanzó incluso fuera de la capital.




