El reciente ataque con drones llevado a cabo por Ucrania contra varias bases aéreas rusas marca un nuevo capítulo en la guerra, no solo por su alcance táctico, sino también por su audacia y simbolismo. Apodada “Operación Telaraña”, esta acción es considerada por expertos y fuentes ucranianas como una de las más elaboradas desde el inicio de la invasión a gran escala por parte de Rusia.
Aunque la BBC no ha podido verificar de forma independiente las cifras proporcionadas por los servicios de inteligencia ucranianos que hablan de hasta 7.000 millones de dólares en daños, sí se reconoce el alto impacto propagandístico del golpe. Desde Kiev ya comparan la operación con otros momentos emblemáticos, como el hundimiento del buque Moskva o el ataque al puente de Kerch en 2022.
Lo que destaca de este ataque no es solo la magnitud del daño alegado, sino la meticulosa planificación detrás del mismo: según la inteligencia militar ucraniana (SBU), el operativo tomó 18 meses de preparación, durante los cuales decenas de drones pequeños fueron introducidos en territorio ruso camuflados dentro de camiones de carga. Una vez dentro, fueron almacenados en compartimentos especiales y posteriormente lanzados desde al menos cuatro puntos estratégicos, dirigidos remotamente hacia instalaciones militares rusas.
Entre los objetivos estarían bombarderos estratégicos con capacidad nuclear, como los Tu-95 y Tu-22M3, así como aviones de alerta temprana A-50. Si bien Rusia no ha confirmado públicamente el alcance del daño, el silencio o las evasivas oficiales también son interpretadas como una señal de impacto.
Además de infligir potenciales pérdidas materiales, el ataque envía un mensaje directo a Moscú: Ucrania tiene capacidad de ejecutar operaciones sofisticadas incluso en territorio enemigo. Y también lanza una advertencia a Occidente, recordando la importancia del respaldo logístico y militar para mantener este tipo de capacidades.
Con este movimiento, Ucrania no solo ha golpeado activos estratégicos de Rusia, sino que también ha reforzado su narrativa de resistencia y capacidad operativa en uno de los escenarios militares más vigilados del mundo.
