Donald Trump y Vladímir Putin se reunirán el 15 de agosto en Alaska en la que será su primera cita desde la reelección del presidente estadounidense. La conversación, que se desarrollará sin representación de Ucrania ni de la Unión Europea, podría marcar un giro en la guerra y en el equilibrio de poder global. Trump y Putin se citan en Alaska para definir el futuro de Ucrania y Europa.
El encuentro llega tras semanas de tensión, en las que Trump advirtió a Putin sobre la necesidad de un alto el fuego. Aunque no se han revelado los detalles de la agenda, se espera que Ucrania sea el tema central, junto con asuntos estratégicos como el Ártico y la relación con China. Para Moscú, la sola fotografía con Trump ya representa un triunfo diplomático.
Europa y Kiev, fuera de la mesa
Expertos ven la exclusión de la UE y de Volodímir Zelenski como un signo de debilitamiento del bloque europeo en la escena internacional. Analistas advierten que este formato de negociación podría dejar a Europa sin voz en su propia seguridad y a Ucrania en una posición de vulnerabilidad.
El presidente ucraniano ha rechazado rotundamente cualquier propuesta de ceder territorio a Rusia. Sin embargo, Trump ha sugerido que un eventual acuerdo de paz podría incluir intercambios territoriales, lo que ha generado preocupación en Kiev y Bruselas.
Lo que está en juego en Alaska
Para Trump, la cumbre es una oportunidad de proyectarse como pacificador mundial; para Putin, es la posibilidad de negociar directamente con Washington, sin intermediarios europeos. Según medios como The Wall Street Journal, el riesgo radica en que un acuerdo sin la participación ucraniana podría ser insostenible y favorecer al Kremlin.
En el trasfondo, se discuten sanciones adicionales a Moscú y el futuro del apoyo militar a Kiev. Los analistas coinciden en que la verdadera clave estará en si Putin acepta compromisos verificables o si la reunión será solo un gesto político sin efectos duraderos.