
Imagen: Israel Defense Forces/Handout/REUTERS
Satisfacción y alivio en ambas partes. El alto el fuego entre Israel y Hamás sigue vigente y tres prisioneros de Hamás están regresando a Israel junto a sus familias.
Emily Damari (28), Romi Gonen (24), Doron Steinbrecher (31). Estos son los nombres de los tres primeros prisioneros liberados en el marco de un pacto entre Israel y la entidad islamista radical Hamás.
Las tres mujeres pasaron 15 meses cautivas de Hamás. La felicidad por su emancipación es enorme. Amigos y familiares de las mujeres liberadas festejaron este acontecimiento y numerosos individuos firmaron en la «Plaza de los Rehenes» de Tel Aviv.
Antes de la liberación, el padre de Romi Gonen había manifestado a los medios israelíes que su familia había aguardado este instante durante más de 11.000 horas.
El domingo por la tarde fue el instante seleccionado: soldados ocultos de Hamás entregaron a los tres cautivos al Comité Internacional de la Cruz Roja en una plaza de Gaza. La plaza se encontraba repleta de personas y los autobuses de la Cruz Roja experimentaron problemas para atravesar el tumulto.
Luego, tuvo lugar la entrega a los militares de Israel. En un hospital de Israel, finalmente las tres mujeres volvieron a abrazar a sus madres y comunicarse con sus parientes a través de videoconferencia: fulgores de felicidad y lágrimas, tal como se puede apreciar en las imágenes difundidas por las Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF) y el Gobierno.
Alegría también entre los palestinos
No solo en Israel se sintieron llenos de felicidad, sino también en la Franja de Gaza. La razón: el pacto de alto fuego entre Israel y Hamás, que se implementó a partir de la mañana. «Hoy nuestras emociones son incomprensibles.»
«Hoy es el primer día del ascenso al fuego, un día que aguardábamos desde hace mucho», expresa a Deutsche Welle Malak Hussain, de 21 años, procedente del campo de refugiados de Nuseirat. Está muy agradecida a todos aquellos que han facilitado este día. Deseo que la guerra nunca vuelva a suceder.
«Nuestra aspiración más grande es regresar a nuestras viviendas, reconstruir nuestras existencias y observar que Gaza vuelve a ser lo que antes era: un sitio donde podamos vivir nuevamente en paz».
Ali Nassar, de 43 años, originario de Rafah, también se mostraba alegre… al comienzo. «Cuando se proclamó el alto el fuego, experimenté una gran felicidad: implicaba el término del derramamiento de sangre y la salvación de vidas de niños», declaró a Deutsche Welle.
No obstante, la felicidad se disminuyó. «Sin embargo, al volver a Rafah y observar el área donde solía residir, me inundó la melancolía. Parecía que había un sismo. La visión resultaba cautivadora. Nassar no solicita dinero, sino tranquilidad y protección.




