En un acto de violencia que deja una profunda herida en la comunidad de Soledad, Atlántico, Maicol Armando y Armando de Jesús Pérez Reyes, dos hermanos de 21 y 17 años, fueron asesinados a tiros frente al pequeño lavadero de motos que habían construido con esfuerzo y sacrificio.
Los jóvenes, quienes compartían no solo lazos familiares sino también sueños y esperanzas, se negaron a ceder ante las extorsiones que ya rondaban su negocio. Maicol, con su hidrolavadora comprada a base de sacrificios, y Armando, un estudiante del Colegio Francisco de Paula Santander y el Sena, buscaban construir un futuro limpio en medio de una ciudad marcada por la violencia. Sin embargo, su lucha fue truncada por las balas de quienes decidieron cobrarles un precio por atreverse a soñar sin someterse.
Según versiones preliminares, el negocio de los hermanos, que comenzaba a prosperar, fue marcado por las redes de extorsión, una de las lacras más comunes que enfrentan los emprendedores en algunas zonas del país. Al negarse a pagar las exigencias de los delincuentes, ambos fueron atacados brutalmente, apagando de forma cruel y repentina los sueños de progreso de esta joven familia.
Armando, quien combinaba sus estudios con el trabajo en el negocio familiar, había encontrado en su hermano Maicol un socio incansable. La tragedia golpea no solo a una familia, sino también a una comunidad que ve cómo la impunidad y el crimen siguen arrebatando la vida de aquellos que, con esfuerzo, buscan un futuro mejor.
Las autoridades se encuentran investigando el caso y realizando operativos en la zona para dar con los responsables del asesinato, mientras la familia y amigos de los hermanos Pérez Reyes enfrentan el dolor de una pérdida irreparable.
Este hecho, que refleja la triste realidad de muchos emprendedores en el país, reabre el debate sobre la necesidad urgente de garantizar seguridad y justicia para aquellos que, con trabajo honesto, luchan por salir adelante.




