En el más adverso de los escenarios, Deportes Tolima supo abrir camino hacia el éxito. Consiguió en su casa, el Manuel Murillo Toro, su novena clasificación a la gran final de la Liga y, como bien lo mencionó su entrenador, el antioqueño David González, estableció un nuevo paradigma: que sí puede ser fuerte como local y que, con el empuje de su gente en la tribuna es capaz de alcanzar toda clase de imposibles.
Tres partidos en los cuadrangulares, pero en especial, el protagonizado en la noche del 8 de diciembre de 2024 frente al Once Caldas, le devolvieron la esperanza a miles que eran, en cierto modo, incrédulos en que su divisa pudiera hacer respetar su reducto. Ese parece ser el gran mérito de un colectivo: el de dejar sin piso alguno la teoría según la cual a mayor número de espectadores más estruendoso el fracaso. Porque si hubo un onceno que entendió, de principio a fin, qué era lo que se estaba jugando en la contienda, ese fue el ‘Vinotinto y Oro’: solidario en las marcas, con un sorprendente despliegue físico de elementos como Yeison Guzmán y Álex Castro para cubrir a los rivales, solo por citar dos llamativos ejemplos; y la paciencia para soportar el peso del encuentro: en una segunda mitad en la que empantanó.
De entrada, se sabía que no era una tarea fácil, en primer lugar, marcarle a un contrincante que en sus dos últimas visitas al ‘Coloso de la 37’ había sumado puntos y que además venía en cero; y posteriormente tener claro cómo se iba a administrar una eventual ventaja. Pero ese otro y viejo paradigma también se vino abajo: el de ir, si se quiere, con ventaja en el trámite y en el marcador, pero luego despilfarrarla. El pragmatismo al momento de despejar el balón le permitió al plantel irse zafando de los ‘pianos’ que lo aquejaban en el último cuarto, pues a medida que avanzó el compromiso los ataques del foráneos se hicieron más incesantes. Aunque en contraste, uno de los puntos débiles sobre el que tendrá que trabajar el colectivo es la falta de definición, pues en al menos cinco oportunidades pudo liquidar, pero no lo hizo.
El que fue catalogado como ‘verdugo’ de los intereses del ‘Vinotinto’ en la Liga supo reponerse y en una de sus mejores actuaciones se encargó de poner cada crítica, cada señalamiento, en su lugar debido. Para su fortuna y del plantel, que lo tuvieron como el gran responsable de que el cero haya sido la regla, y cimientos sólidos de una conquista en la que podría afirmarse que, en líneas generales, fueron puntos altos. Y así como fue un balance ajustado en el resultado, y el esférico fue rechazado de ‘punta y para arriba’, como si se estuviera en el barrio, en ataque se pecó por exceso y no por concreción. En síntesis, James Aguirre el mismo que salió con lloriqueos ante la prensa no tuvo mayores apariciones, es verdad, porque en un alto porcentaje las opciones se dilapidaron. Ni siquiera ello le resta mérito a lo obtenido.



