La tinta que nos inyectamos en la piel al tatuarnos está compuesta de elementos -plomo, níquel y arsénico- peligrosos y cancerígenos, explica la investigación. Y esto no es todo, según el European Commission’s Joint Research también pueden generar mutaciones genéticas y provocar efectos tóxicos en la reproducción, alergias o dañar el sistema linfático.
Además, la Dra. Alba Català Gonzalo, dermatóloga del Centro Médico Teknon, explica que debido a la ruptura de la barrera epidérmica se pueden producir complicaciones como “múltiples procesos infecciosos, cutáneos o sistémicos, reacciones inflamatorias o la aparición de tumores benignos y malignos sobre áreas tatuadas”.
Esto dependerá de factores como la experiencia del tatuador, las condiciones higiénicas y de los cuidados posteriores por parte del propio cliente. Pero, incluso tomando todas las precauciones “algunas de estos problemas son impredecibles y dependen de factores intrínsecos del propio paciente”, afirma la dermatóloga.




