El panorama político nacional continúa moviéndose en varias direcciones a pocas semanas de que venza el plazo para la inscripción de candidatos al Congreso, y el Centro Democrático se ha convertido en uno de los protagonistas del momento. Dirigentes de ese partido insisten en que el regreso de Álvaro Uribe al escenario electoral podría multiplicar las opciones de recuperar curules tanto en Cámara como en Senado. Algunas voces hablan de la posibilidad de superar las 20 sillas en la cámara alta y acercarse a ocho en la baja, cifras que otros sectores consideran “excesivamente optimistas”.
El entusiasmo, según analistas políticos, se basa en los precedentes de 2014 y 2018, años en los que Uribe lideró las listas y el partido obtuvo sus mejores resultados legislativos. Sin embargo, varios congresistas han advertido que el contexto político actual es distinto y que la fragmentación del electorado podría moderar esas expectativas. Aun así, el movimiento uribista se prepara para una campaña intensa y confía en el efecto de arrastre del exmandatario, quien vuelve a buscar un escaño tras la renuncia obligada de 2020 en medio del proceso penal que enfrentó.
En paralelo, el Partido Liberal atraviesa una etapa de definiciones que amenaza con fracturar internamente su maquinaria. Algunos congresistas consideran que las directivas deberían negar avales a los parlamentarios que han mantenido apoyo al gobierno Petro, argumentando que se han beneficiado de burocracia y cupos presupuestales mientras desconocían la línea que ha marcado César Gaviria. Sin embargo, la dirección roja enfrenta un dilema: expulsar o bloquear a estos legisladores podría reducir de manera significativa su capacidad electoral en varias regiones del país, especialmente cuando faltan menos de dos semanas para el cierre de inscripciones.
La tensión crece porque se calcula que por lo menos 15 parlamentarios liberales continúan respaldando al gobierno nacional, y muchos de ellos buscan reelegirse o dar el salto del Congreso a otra corporación. La incertidumbre ya empieza a mover alianzas, negociaciones internas y apuestas estratégicas que deberán resolverse antes del 8 de diciembre, cuando se cierre definitivamente la ventana para inscribir aspiraciones.
En este ambiente convulso, los episodios recientes que involucran al presidente Petro en un club de striptease durante un viaje oficial avivaron las críticas opositoras. Algunos parlamentarios recordaron que en países como Perú o Ecuador situaciones de este tipo podrían generar juicios políticos inmediatos. También cuestionaron lo que llaman “doble moral” de sectores de izquierda que en otras épocas exigieron sanciones severas por escándalos similares, pero que hoy optan por el silencio.
A todo esto se suma el análisis de expertos que ven paradojas en las decisiones económicas del Gobierno, como la reducción de aranceles para el sector textil, una medida aperturista impulsada por una administración de izquierda mientras el empresariado —históricamente defensor del libre comercio— se opone.
El ambiente político, según exfuncionarios consultados, se moverá aún más cuando aparezcan las próximas encuestas presidenciales, que podrían redefinir alianzas y despejar el panorama electoral antes de cerrar el año. Por ahora, lo único claro es que el escenario está lejos de estabilizarse.


