Las ya frágiles relaciones entre Estados Unidos y Cuba han entrado en una nueva fase de tensión debido a la creciente actividad del jefe de misión estadounidense en La Habana, Mike Hammer. Desde su llegada en noviembre de 2024, el diplomático ha adoptado un enfoque poco convencional que ha provocado malestar en el gobierno de Miguel Díaz-Canel.
Hammer no solo ha sostenido encuentros con miembros de la disidencia cubana, sino que también ha buscado acercarse a la ciudadanía común y ha mantenido una presencia activa en redes sociales, algo inusual y políticamente delicadoen el contexto bilateral. Su estilo ha sido visto por La Habana como un acto de “injerencia”, y el gobierno cubano ha advertido públicamente que su “paciencia tiene un límite”.
Aunque Estados Unidos ha defendido las acciones de su representante como parte de su compromiso con los derechos humanos y el diálogo abierto, desde Cuba se perciben como una provocación directa. La ofensiva diplomática de Hammer refleja un cambio en el enfoque estadounidense hacia la isla, en un momento en que las tensiones históricas vuelven a tomar protagonismo.
