El Gran Premio de Hungría dejó no solo resultados decepcionantes para algunos de los equipos más grandes de la Fórmula 1, sino también un ambiente cargado de tensión. Charles Leclerc, piloto de Ferrari, protagonizó un nuevo episodio de frustración al lanzar un ataque de furia tras otra carrera marcada por errores estratégicos de su escudería. Su reacción, captada por las cámaras y seguida de un silencio tenso en el paddock, refleja el creciente malestar dentro del equipo italiano.
Pero no fue el único. Lewis Hamilton, quien tampoco logró un desempeño destacado con Mercedes, sorprendió con una declaración que causó revuelo en el mundo del automovilismo: “No podemos seguir así. Esto ya no es suficiente”. Sus palabras, cargadas de descontento, fueron interpretadas por muchos como una crítica directa al rendimiento del monoplaza y a las decisiones internas del equipo.
Ambas situaciones reflejan el momento crítico que viven dos de las escuderías más históricas de la F1, cada vez más lejos de los primeros lugares mientras equipos como Red Bull y McLaren consolidan su dominio. La presión aumenta a medida que avanza la temporada, y tanto Ferrari como Mercedes deberán responder pronto si quieren recuperar protagonismo en el campeonato.




