El departamento del Cauca, en el suroeste de Colombia, ha vuelto a ser escenario de un tenso conflicto entre las fuerzas armadas y la población civil, exacerbado por la presencia de grupos armados ilegales. El pasado 19 de octubre de 2024, un grupo de campesinos retuvo a 60 soldados en la vereda El Filo, en el Cañón del Micay, una zona que ha sido clave para el narcotráfico y el accionar de disidencias de las FARC.

La retención de los militares se produjo en medio de la Operación Perseo, una campaña del Ejército colombiano para garantizar la seguridad y recuperar el control de áreas dominadas por disidencias del Estado Mayor Central (EMC) de las FARC. Estas disidencias, lideradas por alias «Iván Mordisco», han convertido el Cañón del Micay en una ruta crucial para el narcotráfico hacia el Pacífico, afectando a miles de residentes de la zona
El Ejército colombiano había desplegado a más de 1,400 militares en la región con el objetivo de asegurar la zona y proteger a los habitantes de El Plateado, un corregimiento clave que ha sido escenario de múltiples enfrentamientos entre las fuerzas del Estado y los grupos ilegales. Durante las operaciones de seguridad, unos 250 campesinos rodearon a los soldados en la escuela de la vereda El Filo, exigiendo el retiro de las tropas. Según fuentes oficiales, los campesinos habrían sido presionados por grupos armados para actuar de esta manera
🚨🚨dos pelotones del Ejército fueron secuestrados en el Cauca: más de 200 personas rodean a los militares para impedir el avance de la operación Perseo en el Cañón del Micay pic.twitter.com/TEltRbQ5R7
— José David Rodríguez (@josedavid88_) October 19, 2024
El Ejército, en un esfuerzo por evitar confrontaciones y salvaguardar los derechos humanos, ha mantenido a sus tropas en el lugar, tratando de evitar un enfrentamiento directo con la población civil. A través de comunicados, la institución castrense ha denunciado la situación, subrayando que el secuestro de los soldados obstaculiza las labores de seguridad en la región
El Cañón del Micay, ubicado entre los municipios de Argelia y El Tambo, ha sido durante años un punto neurálgico en el conflicto armado colombiano, principalmente por su importancia estratégica para el narcotráfico. La situación en esta zona refleja las complejas dinámicas de poder que aún persisten en varias regiones del país, a pesar de los acuerdos de paz con las FARC en 2016.
El gobierno ha enfatizado la importancia de recuperar el control del territorio y de desmantelar las redes delictivas que operan en la región. Sin embargo, la situación sigue siendo delicada, ya que la intervención del Ejército ha generado tensiones con la población civil, quienes, bajo coacción o presión, a menudo se ven atrapados en medio de la violencia.
El conflicto armado y las operaciones militares en Cauca han afectado profundamente a la población civil. Las comunidades campesinas de la región han sido vulnerables a los enfrentamientos, desplazamientos y represalias por parte de los grupos armados. La retención de soldados por parte de campesinos refleja el nivel de desesperación y presión bajo la cual vive esta población, atrapada entre las fuerzas militares y los grupos ilegales.
El presidente Gustavo Petro ha promovido políticas para aliviar la tensión en la región, como la compra de cultivos lícitos a los campesinos para sustituir la economía de la coca, sin embargo, la implementación de estas medidas enfrenta desafíos debido a la presencia continua de actores armados ilegales y la falta de seguridad en zonas como el Cañón del Micay
El desenlace de la retención de los soldados sigue siendo incierto, pero este incidente subraya las dificultades persistentes para lograr una paz sostenible en regiones afectadas por el narcotráfico y la violencia armada.




