Temor en los campos de fresa

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En Oxnard, California, conocida como la “capital mundial de la fresa”, el miedo es tan constante como el trabajo en los campos. Dos mujeres migrantes, escondidas entre hileras de moreras en un invernadero, reaccionan con evidente temor al notar la presencia de extraños.

“¿Es usted del ICE?”, pregunta una de ellas con voz baja, apenas dejando ver sus ojos tras un paliacate morado. Su desconfianza no desaparece ni siquiera cuando se le aclara que no se trata de agentes de inmigración, sino de periodistas. Revisa identificaciones, perfiles en redes sociales y artículos publicados, buscando alguna certeza de que no será detenida.

En medio del sol y el sudor, el verdadero peso que soportan estos trabajadores agrícolas no es solo el de las canastas llenas de fresas, sino el del temor constante a ser capturados en una redada. Las operaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) se han intensificado en zonas agrícolas como Oxnard, donde miles de jornaleros indocumentados laboran diariamente.

“¿Ha visto patrullas por ahí afuera?”, insiste la mujer, con la esperanza de que, por ese día, la amenaza no sea inminente. Para muchos migrantes, su vida en Estados Unidos es una mezcla de invisibilidad forzada y lucha silenciosa por sobrevivir. Mientras tanto, las fresas siguen madurando en los campos.


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