Tecnocentro Somos Pacífico: donde tambien la esperanza se cocina y se sirve cada fin de semana

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El sol aún no ha despuntado completamente en el barrio Potrerogrande, pero en Tecnocentro Somos Pacífico, las manos ya están en movimiento. Son las 6:00 a.m. y las gestoras comunitarias, mujeres incansables, reciben los insumos con los que prepararán cientos de raciones de alimentos para los caleños que más lo necesitan. No es solo comida lo que entregan, es amor y dignidad servida en cada plato.

Cada fin de semana, gracias a la estrategia liderada por la Alcaldía de Cali, en convenio con la Arquidiócesis de Cali, miles de personas en situación de vulnerabilidad encuentran en estos comedores comunitarios un refugio contra el hambre. Con precisión y dedicación, las gestoras convierten los ingredientes en una fuente de sustento para quienes llegan en busca de alivio. Son rostros marcados por la lucha diaria, por la incertidumbre de no saber de dónde vendrá la siguiente comida, pero también por el agradecimiento de recibir una ración balanceada, diseñada con el apoyo de expertos en nutrición.

Desde enero de 2025, Tecnocentro ha distribuido más de 62.400 raciones, un número que no solo representa cifras, sino historias de resiliencia. Durante los festivos, el esfuerzo se redobla para garantizar que más personas puedan beneficiarse, alcanzando hasta 3900 raciones. La necesidad es grande, pero la voluntad de quienes hacen parte de esta iniciativa lo es aún más.

Mientras las gestoras empacan los alimentos en materiales amigables con el medio ambiente y organizan las entregas, afuera, en cada comedor donde llega Tecnocentro, la fila de beneficiarios crece. Algunos llegan solos, otros en familia, todos unidos por una misma necesidad. Al recibir su plato, no hay palabras que describan la sensación: una mezcla de gratitud, alivio y el pequeño consuelo de saber que, al menos por hoy, no tendrán que enfrentar el hambre.

En Tecnocentro Somos Pacífico no solo se cocina comida, se cocina esperanza. Y cada fin de semana, esa esperanza se sirve caliente, lista para alimentar no solo el cuerpo, sino también el alma de una comunidad que sigue luchando por un mañana mejor.


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