El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es más común de lo que pensamos. Afecta la capacidad de concentrarse, controlar los impulsos y regular el nivel de actividad. Aunque suele diagnosticarse en la infancia, muchos adolescentes y adultos también conviven con él.
Lo importante es saber que, con las estrategias adecuadas, el TDAH no es un obstáculo para llevar una vida plena y productiva.
¿Qué es el TDAH?
Es un trastorno del neurodesarrollo que influye en la forma en que una persona procesa la información, mantiene la atención y gestiona su comportamiento. Las personas con TDAH suelen ser etiquetadas como «distraídas», «impulsivas» o «hiperactivas», pero detrás de esas conductas hay un funcionamiento cerebral distinto, no un problema de actitud o falta de interés.
Cómo identificar el TDAH: señales clave
Reconocer los síntomas es el primer paso. Aunque cada persona es diferente, estas son algunas señales comunes:
- Dificultad para concentrarse: olvidan instrucciones, pierden objetos con frecuencia o dejan tareas a medias.
- Hiperactividad: mueven las manos o los pies sin parar, se levantan de su asiento en momentos inapropiados o sienten la necesidad de hablar mucho.
- Impulsividad: interrumpen conversaciones, responden antes de que terminen de hablarles o toman decisiones precipitadas.
Dato clave: estos síntomas deben ser constantes, durar al menos seis meses y afectar su desempeño en la escuela, el trabajo o la vida social.
¿Qué causa el TDAH?
El TDAH tiene origen multifactorial.
- La genética es un factor importante; si hay antecedentes familiares, aumenta la probabilidad.
- Existen diferencias en áreas del cerebro que controlan la atención y el autocontrol.
- Factores como el consumo de sustancias en el embarazo, bajo peso al nacer o exposición a toxinas también se asocian con el TDAH.
Tratamientos y estrategias prácticas para el día a día
El diagnóstico es solo el comienzo. El manejo del TDAH es integral y se adapta a cada persona. Estas son las estrategias más recomendadas:
1. Terapias
- Terapia conductual: ayuda a modificar conductas impulsivas o desafiantes.
- Psicoeducación: entender el TDAH ayuda a reducir la frustración y a encontrar soluciones prácticas.
2. Medicamentos
- Los estimulantes como el metilfenidato y las anfetaminas mejoran la atención y reducen la impulsividad.
- Hay opciones no estimulantes si los primeros no son adecuados.
3. Técnicas y hábitos útiles
- Listas de tareas claras y priorizadas.
- Recordatorios visuales (post-its, alarmas en el celular).
- Rutinas estructuradas para minimizar la distracción.
- Dividir tareas largas en pasos pequeños para evitar la sobrecarga.
- Momentos de descanso programados para liberar energía.
En la escuela o el trabajo:
Pedir adaptaciones como tiempos extra en exámenes, instrucciones claras y espacios de trabajo tranquilos puede marcar una gran diferencia.
Recomendaciones para familiares y amigos
- Si tienes un ser querido con TDAH:
- Escucha sin juzgar.
- Sé paciente con los olvidos o despistes.
- Apoya en la organización de tareas.
- Reconoce sus logros, por pequeños que parezcan.
La empatía y el acompañamiento son fundamentales.
TDAH: Un diagnóstico, no una etiqueta
El TDAH no define a la persona, solo explica algunos desafíos que pueden superarse con las herramientas adecuadas. Con comprensión, tratamiento y estrategias diarias, quienes tienen TDAH pueden desarrollar al máximo su potencial.
Si crees que tú o alguien cercano podría tener TDAH, lo mejor es consultar con un profesional de la salud especializado en neurodesarrollo.




