De la bonanza petrolera al turismo: la transformación de Tauramena, Casanare
Tras la caída de la industria petrolera, Tauramena apuesta por el turismo, la cultura y la naturaleza para reconstruir su futuro. Con miradores y parques temáticos, el municipio lidera una transición ejemplar en Colombia, dejando atrás la antigua dependencia del petróleo.
Nelson Moreno, conocido como “el artesano del pueblo”, vivió de cerca el auge y la caída del sector petrolero. Formado como soldador, trabajó en sistemas de soporte y tuberías durante los años de bonanza, pero la inestabilidad lo llevó a reinventarse. Hoy crea grandes esculturas con materiales reciclados que se han convertido en atractivos turísticos clave de la región.
En los años 90, la explotación petrolera transformó Casanare. Se construyeron pistas de aterrizaje y la economía giró en torno al crudo, especialmente con el desarrollo del campo Cusiana, uno de los más importantes del país. Pero en 2013, tras una consulta popular que rechazó nuevas exploraciones para proteger fuentes de agua, y con la caída del precio del petróleo, Tauramena enfrentó desempleo y migración.
Moreno recuerda que tras perder su contrato intentó la pintura, pero fue en el reciclaje artístico donde encontró su pasión y un camino para aportar al turismo local. Su obra más emblemática es un cacique de más de 10 metros, símbolo del origen de Tauramena, que dio pie a la creación del mirador turístico Balcones del Cacique, un espacio que mezcla arte, identidad y naturaleza.
El turismo ahora es un motor económico en Casanare. Gustavo Monroy, ex trabajador petrolero, destaca que aunque la economía estuvo centrada en el petróleo, ahora el turismo comienza a florecer como alternativa sostenible. Él mismo impulsa el Parque Bíblico Tierra de Dios, que combina recreación, arte y fe, con atracciones como un Arca de Noé gigante y un caballo de Troya construido con llantas.
La alcaldía de Tauramena reporta que este nuevo sector genera entre 35.000 y 45.000 millones de pesos anuales y empleos que fortalecen la economía local. Además, proyectos familiares como Villa Antonella han desarrollado productos turísticos innovadores basados en la producción local, como derivados del aguacate.
Entre las múltiples opciones para visitantes están el Mirador Farallones, con vistas al río Cusiana; Jaguito Xtreme, con pistas de enduro para motos y cuatrimotos; Oasis Ecopark, que ofrece actividades extremas; y Virtual Ecopark, un safari tecnológico con gafas 3D. También destacan La Villa al Revés, con casas al revés y juegos infantiles, y Colina Achagua, que tiene el tobogán más largo del país.
La región ofrece además safaris llaneros en haciendas centenarias como Hato Barley, donde se puede observar más de 370 especies de aves y disfrutar de actividades culturales en contacto con la naturaleza.
Desde Corporinoquia, entidad ambiental regional, se promueve un turismo sostenible que combine desarrollo y conservación, destacando la importancia de preservar los ecosistemas y gestionar responsablemente los recursos hídricos. Casanare cuenta con más de 200 reservas naturales privadas que ya están impulsando el ecoturismo.
Hoy, Tauramena resurge con una oferta turística basada en su identidad, naturaleza y cultura. La transición no ha sido fácil, pero la motivación por demostrar que es posible dejar atrás la dependencia petrolera y apostar por un futuro sostenible está más fuerte que nunca.

															


