Suzuki ha comenzado a despedirse de un segmento que hizo parte de su identidad por décadas: las motocicletas deportivas de alta cilindrada. El cierre de ciclo se ve marcado por movimientos clave como la descontinuación de la GSX-R1000, incluso en Japón, después de 38 años desde su aparición.
El cambio responde a varios factores:
- Normativas ambientales: Transiciones como de Euro 4 a Euro 5 hicieron más difícil para las marcas mantener modelos altamente potentes sin modificaciones costosas.
- Baja demanda: Las deportivas potentes ya no tienen el mismo público de antaño. Los consumidores buscan motos más versátiles, eficientes y amigables con el medio ambiente.
- Prioridad a la sostenibilidad: Suzuki, al igual que otras marcas, empieza a orientar su estrategia hacia reducciones de emisiones, eficiencia energética, y posiblemente motorizaciones alternativas.
Con todo esto, aparece la paradoja: una moto “bonita, japonesa, rápida”—símbolo de diseño, potencia y prestancia—para muchos pierde sentido comercial en el nuevo contexto. Las regulaciones, costos crecientes y expectativas cambiantes de los usuarios ponen en jaque su viabilidad.
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