
Nadie se llama Marta, y aún así la película tiene corazón.
Ni oscuro, ni amargado, ni con traumas inventados
Por primera vez en mucho tiempo, Superman vuelve a ser lo que siempre fue: una mezcla de esperanza, justicia y humildad en calzoncillos por fuera. Nada de filtros grises, ni de diálogos existencialistas que suenan como si los escribiera un adolescente fumando por primera vez.
¿Ā»WokeĀ»? No. Solo que nunca leyeron un cómic
Las críticas más ruidosas acusan a la película de “ideología”, cuando en realidad solo está siendo fiel a las raíces del personaje. ¿Que ayuda a los inmigrantes? Siempre lo hizo. ¿Que defiende a los oprimidos? También. ¿Que se preocupa por la humanidad? Básico. La única diferencia es que ahora no se lo editan con cara de funeral.
Sin Martas, sin sadboys, sin dioses con culpa
No hay escenas en esta película donde dos tipos con capa se detienen a pelear por tener mamás con el mismo nombre. Esta vez, Superman no necesita trauma para tener profundidad, y eso, irónicamente, lo hace más humano que muchas adaptaciones pasadas.
Un Superman sin complejos, y eso molesta a algunos
Lo que parece molestar no es que sea woke, sino que sea bueno sin pedir perdón por ello. En una era de antihéroes con barba y mirada de “te voy a decepcionar”, Superman 2025 llega a recordarnos que todavía se puede ser fuerte, noble y compasivo… sin necesidad de romperle el cuello a nadie.
