En el corazón del resguardo indígena de Pueblo Rico, Risaralda, una tragedia silenciosa se desarrolla, el suicidio en comunidad indígena, está alejándose del radar de una sociedad que parece haberles dado la espalda. La alarmante ola de suicidios entre niños y jóvenes indígenas es un grito de auxilio que resuena en medio de la pobreza, el abandono y la desesperanza.
Esta situación, que ha cobrado la vida de 31 jóvenes, exige una respuesta urgente y coordinada por parte del Estado y la sociedad civil. La rectora del colegio local, Ángela María Maya, ha sido una de las voces más persistentes en la denuncia de esta crisis. Desde su llegada a la comunidad, ha visto cómo la falta de oportunidades, la precariedad y el aislamiento llevan a los jóvenes a un abismo del que no encuentran salida. “Auxílienos, se nos están suicidando nuestros estudiantes”, ha repetido una y otra vez sin obtener la respuesta adecuada.
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Pueblo Rico
La infraestructura de Pueblo Rico es una manifestación física de su abandono: sin agua potable, sin servicios médicos, sin vías de comunicación adecuadas. Los niños y jóvenes deben enfrentar diariamente la dura realidad de una comunidad donde la pobreza se palpa en cada rincón. A pesar de esto, los estudiantes muestran una sed de aprendizaje y superación que contrasta brutalmente con las circunstancias que los rodean. Historias como la de la familia Cheche, que perdió a su hijo mayor Alex y casi pierde a otros, son desgarradoras.
El dolor de perder a un hijo se agrava con la desesperación de saber que sus otros hijos pueden estar contemplando el mismo destino. Este ciclo de sufrimiento y pérdida no solo destruye familias, sino que debilita toda la estructura social de la comunidad. Según Medicina Legal, solo en 2023, se registraron 3.145 suicidios en el país, impulsados por factores como el acoso escolar, el reclutamiento forzado, la depresión, el abuso sexual y la violencia intrafamiliar.
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Frente a esta realidad, las autoridades de Risaralda han anunciado una intervención psicosocial en la zona triétnica del departamento. Este esfuerzo, liderado por la Secretaría de Salud de Risaralda, busca proporcionar atención en salud mental a las comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas. La intervención, que se llevará a cabo entre el 26 y el 28 de junio, incluye talleres y jornadas de verificación de condiciones de salud, con un enfoque especial en casos de ideación y práctica suicida, depresión y violencia.
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