En cada rincón de Colombia hay historias que merecen ser contadas. Una de ellas es la de Miguel Ángel, un niño que con apenas unos años de vida ya carga en su camiseta el número más emblemático del fútbol: el 10. En la cancha no se guarda nada; corre, entrega, lucha y, sobre todo, juega con el corazón. Su sueño es grande: llegar a ser jugador profesional y poner en alto su nombre y el de su familia.
Sin embargo, como ocurre en las grandes historias de superación, detrás de su pasión hay alguien que lo sostiene, lo impulsa y lo motiva en cada paso: su mamá, Yenni. Ella no solo lo acompaña en los entrenamientos y partidos, también lo respalda con oraciones, con consejos y con ese amor infinito que solo una madre puede dar.
En la cancha, Miguel Ángel no pasa desapercibido. Sus compañeros lo miran con admiración, los entrenadores destacan su entrega y los rivales reconocen su habilidad con el balón. Llevar la camiseta número 10 no es tarea fácil: significa liderazgo, talento y creatividad. Pero este pequeño, con humildad y disciplina, demuestra que tiene lo necesario para marcar la diferencia.
