En la Capital Diocesana del Huila, la accidentalidad no solo se explica por el exceso de velocidad, la imprudencia o la mezcla de alcohol con gasolina. A estos factores se suma un problema igual de grave y corrosivo: la corrupción en los controles de tránsito.
La Secretaría de Tránsito y Transporte de Garzón, dirigida por Yaquelin Garzón Villanueva, reveló que son cada vez más frecuentes los intentos de soborno por parte de conductores que, al ser sorprendidos infringiendo la ley, intentan resolver la situación con un billete de 20 o 50 mil pesos. “La corrupción no solo es del funcionario que recibe, también del ciudadano que ofrece. Debemos reconocer nuestros errores y actuar con honestidad”, enfatizó la funcionaria.
Lo que parece un simple “atajo” termina alimentando un círculo vicioso que mina la autoridad de los agentes, debilita la cultura ciudadana y, en últimas, mantiene intactos los riesgos en la vía. Porque mientras se compra impunidad, las imprudencias siguen costando vidas.
Llamado urgente
La Secretaría insiste en que la seguridad vial no depende únicamente de los comparendos ni de los controles oficiales, sino de la conciencia colectiva. Respetar las normas, usar la indumentaria adecuada y rechazar la tentación del soborno son pasos esenciales para reducir los índices de accidentalidad que hoy tienen en alerta al municipio. Garzón no solo necesita menos imprudencia, necesita más honestidad. La corrupción en las vías es un enemigo silencioso que, de no frenarse, seguirá cobrando vidas.



