Angélica Gamboa Amaya, nunca se imaginó en su vida que iba a terminar huyendo de su patria chica, al oriente de Cali, más conocida como “la capital de la salsa”, donde alcanzó a criar a su hijo Juan Camilo, hoy junto con ella y su esposo, escondidos en cualquier lugar del planeta, por las amenazas de muerte que tienen como consecuencia de ser ella una activista social que defendió y evitó que muchos adolescentes y jóvenes fueran reclutados para la guerra.

“En mi barrio el silbido de las balas eran más frecuentes que las oportunidades de trabajo, y me hice madre muy joven y desde entonces entendí que si quería un futuro para mi hijo, debía también luchar por el futuro de los hijos de todos”, expresó Angélica, en medio de su nostalgia.
En la Comuna 11 de Cali, hubo la necesidad de que junto con ella, padres de familia se unieran para defender a sus hijos de ser reclutados para grupos ilegales, como hasta ahora ocurre en todas las ciudades del país y más en regiones como el Cauca y el Valle y por esa razón terminó convocando a asambleas, y foros, donde alcanzó a salir con una bandera blanca y megáfono en mano, invitando a los padres a realizar manifestaciones pacíficas contra los violentos, logrando apoyos en recursos, logística
Y otros que con su gestión ante organizaciones, fundaciones privadas y públicas que ella logró canalizar para diferentes actos de su legado. Fue una de las voces que lideró los espacios de manifestación pacífica, caminando la ciudad de Cali con tambores, arte, y con palabras, invitando a los padres de familia hacer un solo frente común contra los violentos.
Pero la violencia cada día se tornó más cruda porque los violentos de las FARC-EP, infiltraban las protestas para luego vender el cuento a los muchachos y llevárselos para la guerra, guerra que no es de ellos. Muchas veces le tocó ver heridos y sangre como nunca antes lo había visto.
Después se atrevió a denunciar presencia de las “Águilas Negras” y de otros grupos armados en medio de las protestas se infiltraban.
Aparece panfleto con su nombre
Cuando menos se imaginó los grupos ilegales como las FARC-EP comenzaron a circular un panfleto con su nombre, es decir iniciaron a buscarla por todas partes sin saber qué hacer y el 13 de agosto del año 2022 recibió la noticia de la muerte violenta en manos de las disidencias de Las Farc-EP, de don Edwin López, un líder y compañero de luchas, a quien asesinaron en su propio negocio, ubicado en la carrera 39 con calle 34 y a los pocos días a ella como a su familia los declararon objetivo militar y más grave cuando se enteró que la misma fuerza pública estaba inmiscuida y al servicio de grupos ilegales.
No tardaron en seguirla en motos, a pie, buscando que diera la oportunidad para desaparecerla, a ella y a su familia, a lo que no espero, y comenzó a organizar su salida clandestina y más cuando el 3 de febrero de este año en zona rural de Palmira, al servicio de las Farc-EP llegaron con armas, volantes y un mensaje de terror, buscando con lista en mano y con nombres propios a personas que según ellos han traicionado su causa y ahí aparecía ella, logrando escapar hasta el día de hoy, sino ya estaría muerta, porque era la orden de ese grupo de disidentes, porque la capacidad de protección del estado que archivó su denuncia sin resultado alguno le demostró que debía actuar rápido.
Finalmente la Fiscalía resolvió archivar la denuncia a pesar de los hechos en conocimiento, como la certificación de la Notaria 16 de Cali, Ana Dolores García y de la Fundación Educativa-CES-donde Angélica Gamboa Amaya, hizo labor social, y según las autoridades, se archiva por el momento porque es imposible encontrar a los autores.






