Los guardias viven aterrorizados porque los reclusos se cortan para evitar los operativos. Hombres y mujeres trans con VIH se encuentran recluidos en la cárcel la modelo, la única de las 128 dispuestas en el país que cuenta con un espacio para personas con esta enfermedad. Un sitio lúgubre, en el que no hay hacinamiento.
Es un lugar frío, lúgubre, con pisos de cemento y baldosa; paredes blancas de las que cuelgan como testigos imágenes religiosas y fotos familiares. Es el patio más cercano a los filtros de ingreso, al cruzar la puerta de barrotes, hay un pasillo con tejas y rejas, allí se cuelga la ropa.
Parece un sitio tranquilo, pero la guardia dice que es peligroso, pues los reclusos con diagnóstico de VIH ponen cuchillas con sangre en las puertas y barrotes para evitar operativos y requisas; también amenazan con jeringas u otros elementos. Los guardias, atemorizados, dicen que evitan entrar a este pabellón. Para ellos es casi un castigo tener que cuidar o hacer operativos en Nuevo Milenio.
El temor que viven los guardias
“El temor es porque a veces utilizan formas de poner en riesgo la salud de nuestros funcionarios. Para procedimientos como verificar las instalaciones, hay antecedentes de que los internos dejan elementos que de pronto han tenido contacto con su sangre”, dijo Víctor Quevedo, teniente de prisiones de La Modelo.
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