Si viene al llano cuidado con los espantos

‘El Rompellanos’ de Hato Corozal
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Durante esta semana se celebra una tradición (Halloween) que es muy criticada por las religiones cristianas, sin embargo, la ocasión es propicia para que las brujas tomen las calles de la región llanera, rica por muchas leyendas que han quedado marcadas en los libros de la historia.

 

En esta primera entrega de especiales, Diario Extra Casanare, les recordará que tenga mucho cuidado si vienes a los llanos orientales, ya que los fantasmas volarán desde las tumbas, los vampiros saldrán de sus sarcófagos llenos de telarañas y los extraterrestres, de sus platillos. También se verán monstruos, hadas, superhéroes y toda clase de disfraces que la imaginación, eso sí, si el monstruo de la falta de recursos económicos permite que la gente disfrute esta semana.

 

‘El Rompellanos’ de Hato Corozal

Cuenta la historia que fue la vida de Eduardo Fernández, natural de Casanare, posiblemente de la población de Hato Corozal. Era un hombre alto, delgado, cabello castaño y lacio, ojos claros y brillantes. Formó parte de las guerrillas liberales de la época de los años 50. Hizo la revolución al lado de Guadalupe Salcedo, grupo que operaba en las regiones de Arauca y Casanare.

Era descrito como un hombre noble y generoso; así lo expresó el señor Román Cisneros. Por un tiempo tuvo que fugarse para salvar su vida. El 13 de junio de 1953, en el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, presentó la primera amnistía, Eduardo Fernández se acogió al decreto en la población de Tame.

Fue asesinado

El 19 de septiembre de 1953, llegó a la población de Arauca; se dice que pasó muchos días bebiendo alcohol. Esa noche de parranda fue asesinado por Alberto García, un detective.

Su cuerpo quedó tirado toda la noche recibiendo el agua de la inclemente lluvia, muchos afirman que el agua de la lluvia purificó su alma. Cuando se levantó el cuerpo nadie reclamó su cadáver y fue enterrado, sin urna, en el cementerio local. Desde el día de su muerte, Rompellanos se convirtió en el benefactor de los necesitados que acuden implorando sus milagros.

La Llorona

Entre los mitos y leyendas más destacados de la región Orinoquía, llano colombo venezolano que popularmente se han conservado en la mente y la imaginación de los llaneros, por su contenido fantástico e histórico, se encuentran también el de la ‘La llorona’.

Se trata de una figura de mujer esbelta, cubierta por un velo blanco y llamando a sus hijos con gritos desgarradores. Así describen las distintas versiones a ‘La llorona’, una figura mitológica cuya leyenda nació en México y se desarrolló por todo el continente norteamericano con presencia hispana y por su puesto se extiende a lo largo y ancho de las llanuras de nuestro país.

“Ay, mis hijos” o “Donde están mis hijos”

La llorona es el espíritu de una mujer de quién se dice perdió a sus hijos. Deambula por las lagunas, ríos, valles y montañas buscando a sus hijos. Por lo general se caracteriza por su aberrante alarido o llanto. Muchos afirman que dice “Ay, mis hijos” o “Donde están mis hijos”.

No obstante la leyenda de la llorona varía, pues en unos lugares se dice que el motivo de su penitencia se debe a que se descuidó y su hijo se le ahogó en el río. Incluso que hasta ella misma ahogó a su bebé. También que su alma está en pena debido a que enloqueció debido a su situación económica y terminó acabando con la vida de ella y sus hijos.

Viste bata negra

Se dice que La Llorona va vestida con una bata negra que le llega hasta los talones. También que las mangas de la bata le llegan hasta las muñecas. Tiene el cabello largo y rizado de color plateado, café e incluso hasta dorado. Se dice que en él lleva grillos, luciérnagas, mariposas y demás insectos. Los que la han visto dicen que tiene el rostro de una calavera y que sus ojos giran como esferas incandescentes y en sus brazos lleva a un bebé muerto.

Juan Machete

Otra historia que recorre las sabanas de la inmensa llanura es, Juan Machete, un relato de la vida de Juan Francisco Ortiz, quien vivió en las tierras de La Macarena, tierras metenses. Se dice que Ortiz tenía el deseo de ser el hombre más poderoso de la región; por esa razón hizo un pacto con el diablo, en el cual, a cambio de tierras, dinero y ganado, él entregaba la vida de su mujer y sus hijos. El pacto se cerró cuando el diablo le ordenó a Juan que tenía que coserle los ojos a un sapo y una gallina y enterrarlos vivos, a la medianoche del viernes santo; tenía que invocar el alma y corazón.

Un toro negro, el demonio

Con el paso del tiempo obtuvo grandes resultados en sus negocios y la población veía anonadada como la venta de ganados se multiplicaba. En una madrugada estaba ensillando su caballo y vio un enorme toro negro muy cerca de él. Pero, realmente no reparo y se fue a trabajar en su caballo. Al regreso volvió a ver al toro que seguía cerca de su casa. Al otro día escuchó un fuerte sonido emitido por los animales, intentó sacar el toro, pero no tuvo éxito.

Este hombre reconocido en la región como el hombre más rico de los llanos, su fortuna, la crecía y crecía, hasta el momento en que una día cualquiera, hace presencia en su casa un toro al cual aunque no le puso atención, fue la señal de la presencia del espíritu diabólico en su vida, que a partir de entonces, solo le atraería desgracias en su camino.

Se perdió en la selva

Con el paso del tiempo la fortuna fue desapareciendo y con ella la tranquilidad y paz de Juan el Machete, por lo que, en su locura en intensión de parar con su tortura, entierra la poca fortuna que le quedaba y se sumerge en la selva en una perdición en vida, que hasta el momento lo tiene en pena.

Dicen que en la selva de la región de los llanos o de la Orinoquia como también se conoce a esta región, divaga Juan el Machete, espantando a quien en su paso se le cruza.

Entregamos la primera parte de los especiales de los mitos y leyendas que de generación en generación hasta el momento se conservan en los pueblos llaneros de Colombia, son resultado de la imaginación de la mente de los antepasados que habitaron dichas tierras, quienes de manera artística recrearon historias ficticias raizales e históricas, en torno a personajes o seres sobrenaturales entre los que logran destacarse monstruos, animales salvajes, dioses y santos.

 


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