La ciudad palestina, en la que los cristianos creen que nació Jesús de Nazaret, canceló este año los festejos navideños.
Ni abetos llenos de adornos ni decoraciones ornamentan sus calles o su famosa plaza del Pesebre. Tampoco hay turistas o peregrinos que paseen su espíritu navideño por uno de los lugares más sagrados para el cristianismo.
“Quién puede tener ganas de celebrar si estamos destrozados por las imágenes que vemos a diario de niños siendo sacados de los escombros de Gaza”, le dijo a mediados de diciembre a BBC Mundo Munther Isaac, pastor de la Iglesia Evangélica Luterana de la Natividad de Belén.
Desde que su congregación instalara el pesebre, la imagen del niño Jesús abrigado con el pañuelo palestino ha circulado ampliamente por las redes sociales, y el padre Isaac se ha visto inundado de solicitudes de entrevistas.
“Queremos mandar un mensaje al mundo de que así es como se ve la Navidad en Gaza y en toda Palestina. Así es la Navidad en el lugar de nacimiento de Jesús: niños asesinados, casas destruidas y familias desplazadas”, afirmó el clérigo.
Si Jesús volviera a nacer en nuestros días, lamentó el ministro luterano, «lo haría bajo los escombros de una casa en Gaza».
Cuna del cristianismo
En Palestina, cuna del cristianismo, viven unos 47.000 cristianos, según el último censo de la Oficina Central de Estadísticas Palestina, elaborado en 2017. La mayoría pertenecen a la Iglesia ortodoxa, aunque prácticamente todas las confesiones están representadas en los territorios palestinos. Los luteranos, credo al que pertenece Isaac, de 44 años, son poco más de 1.500.
Belén apenas tiene 30.000 habitantes, pero concentra más de medio centenar de iglesias e instituciones cristianas por su profunda importancia religiosa. Según los evangelios de Mateo y Lucas, que recogen los “relatos de la infancia” de Jesús, aquí es donde María y José, sus padres, viajaron desde Galilea y donde nació el que consideran su mesías.
La ciudad acoge a gran parte de la comunidad cristiana palestina de Cisjordania, junto con Jerusalén Este y Ramala, aunque también hay una pequeña comunidad en Gaza.
El pasado 19 de octubre, una de las iglesias en las que se está refugiando la congregación cristiana en la Franja, la de San Porfirio, fue alcanzada por un bombardeo israelí, que mató a 18 personas, entre ellos 9 niños, lo que demuestra, según el religioso, que “nadie está a salvo en Gaza, que cualquier sitio puede ser un objetivo”.




