La muerte de Jesús es un evento central en la fe cristiana, relatado en los Evangelios. Si bien la ciencia no puede pronunciarse sobre los aspectos teológicos o espirituales de este evento, sí puede analizar los relatos bíblicos y las evidencias históricas y médicas para ofrecer una perspectiva sobre los posibles mecanismos fisiológicos que llevaron a su muerte.
Es importante señalar que la información científica se basa en la interpretación de textos antiguos y en el conocimiento médico actual, por lo que existen diferentes teorías y no hay una única explicación científica definitiva aceptada por todos.
Análisis de los Eventos Previos a la Crucifixión:
Los Evangelios describen una serie de eventos que pudieron haber debilitado significativamente la salud de Jesús antes de su crucifixión:
- La agonía en el Getsemaní: Lucas menciona que Jesús, en gran angustia, sudó «como gruesas gotas de sangre» (hematidrosis). Si bien rara, esta condición se asocia con estrés extremo y puede causar debilidad y deshidratación.
- El arresto y los interrogatorios: Jesús fue sometido a interrogatorios prolongados y posiblemente a maltrato físico, lo que pudo haber causado fatiga y estrés adicional.
- La flagelación: Los soldados romanos azotaron a Jesús. La flagelación romana era brutal, utilizando un látigo con puntas de metal o hueso que podían causar laceraciones profundas, pérdida de sangre significativa y shock hipovolémico (disminución del volumen sanguíneo).
La Crucifixión: El Mecanismo de la Muerte
La crucifixión era un método de ejecución romano diseñado para causar una muerte lenta y dolorosa. Varios factores pudieron haber contribuido a la muerte de Jesús:

- Asfixia por agotamiento: La posición en la cruz dificultaba la respiración. Para inhalar, Jesús tendría que levantarse, apoyándose en sus muñecas clavadas y empujando con sus pies (también clavados). Esta acción ejercía una presión tremenda sobre los músculos y el diafragma. Con el tiempo, la fatiga muscular extrema haría que esta acción fuera cada vez más difícil, llevando a una respiración superficial e inadecuada, e hipercapnia (aumento del dióxido de carbono en la sangre). La incapacidad para exhalar completamente también contribuiría a la asfixia.
- Shock hipovolémico: La pérdida significativa de sangre debido a la flagelación y las heridas de los clavos pudo haber llevado a una disminución crítica del volumen sanguíneo, provocando un shock hipovolémico. Esto se caracteriza por presión arterial baja, pulso rápido y débil, piel fría y sudorosa, y eventual falla orgánica.
- Deshidratación: La pérdida de líquidos por el sudor, el sangrado y la falta de ingesta de agua durante el proceso habrían llevado a una deshidratación severa, exacerbando el shock hipovolémico y la fatiga.
- Paro cardíaco: El estrés físico extremo, la deshidratación, el shock hipovolémico y la asfixia progresiva podrían haber llevado a un paro cardíaco.
- Ruptura cardíaca (posible): En casos de estrés extremo y traumatismo, aunque menos común, se ha sugerido la posibilidad de una ruptura cardíaca.
El Significado del «Agua y Sangre» que Salió al Ser Perforado:
El Evangelio de Juan (19:34) menciona que cuando un soldado romano perforó el costado de Jesús con una lanza, salió «sangre y agua». Desde una perspectiva médica, esto podría interpretarse de varias maneras:
- Derrame pleural y pericárdico: La «agua» podría haber sido líquido pleural (alrededor de los pulmones) o líquido pericárdico (alrededor del corazón) acumulado debido al trauma y la insuficiencia cardíaca. La perforación habría liberado este líquido mezclado con sangre.
- Hemotórax e hidrotórax: Sangre (hemotórax) y líquido seroso (hidrotórax) podrían haberse acumulado en la cavidad pleural debido al trauma y la inmovilidad.
- Líquido cefalorraquídeo (menos probable): Aunque improbable dada la ubicación de la herida descrita, en casos extremos de traumatismo podría haber una fuga de líquido cefalorraquídeo.
Conclusión desde la Ciencia:
Desde una perspectiva científica, la muerte de Jesús probablemente fue una consecuencia de una combinación de factores, incluyendo el debilitamiento físico previo a la crucifixión (hematidrosis, maltrato, flagelación), y los efectos fisiológicos directos de la crucifixión en sí misma: asfixia por agotamiento, shock hipovolémico, deshidratación y posible paro cardíaco. La salida de «agua y sangre» al ser perforado podría ser consistente con la acumulación de fluidos en las cavidades pleural o pericárdica debido al trauma y la falla orgánica.
Es crucial recordar que esta es una interpretación basada en el conocimiento médico actual aplicado a relatos históricos y bíblicos. La ciencia no puede confirmar ni negar los aspectos religiosos o sobrenaturales asociados con la muerte de Jesús.
Dejando a un lado la religión, pocos dudan que un hombre llamado Jesús vivió hace 2.000 años, en parte de lo que hoy se conoce como Israel.
También que era un judío disidente que acabó liderando un grupo de seguidores y que sus acciones terminaron molestando al Imperio romano.
Por eso, fue condenado, torturado y ajusticiado por crucifixión, una práctica común de la pena capital en ese momento.
Tras su muerte, sus seguidores se encargaron de difundir sus enseñanzas. La historia terminó y comenzó el mito, la religión, la teología.
Esta transición se produjo principalmente gracias a un prolífico escritor de la época, pionero de la Iglesia cristiana y autor de muchos textos que ahora se encuentran en la Biblia: Pablo de Tarso.
En la década de los 50 del primer siglo de nuestra era, unos 20 años después de la muerte de Jesús, De Tarso escribió siete cartas cuyos textos han sobrevivido todos estos años.
«En estas cartas notamos que hay un cambio de enfoque. Pablo ya no trabaja con el Jesús histórico, trabaja con el Jesús de la fe», explicó el historiador André Leonardo Chevitarese, autor de libros como Jesús de Nazaré: Uma Outra História («Jesús de Nazaret: otra historia») y actualmente profesor del programa de posgrado en arqueología del Instituto de Historia de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
Dicho esto, la primera conclusión es que, sin tener en cuenta la religiosidad derivada de su figura, Jesús fue un condenado político.
«El Jesús histórico ha conocido una muerte política. La religión y la política están muy unidas, sobre todo cuando se trata de un liderazgo popular», agregó Chevitarese.
«No hay forma de separar las andanzas [de Jesús] como algo solo político o simplemente religioso. Las fronteras no están claramente definidas. Y eso termina siendo clave para entender el movimiento de Jesús con aquel Jesús [aún vivo] y el movimiento de Jesús sin Jesús [después de su muerte, con la predicación de los primeros seguidores]», continuó.
Pasión y muerte
La muerte en la cruz, cuyo simbolismo acabó por confundirse con la propia religiosidad cristiana, no era un acontecimiento raro en aquella época.

«La crucifixión era la pena de muerte utilizada por los romanos desde el año 217 a.C. para los esclavos y todos aquellos que no eran ciudadanos del imperio», explicó el politólogo, historiador especializado en Medio Oriente y escritor italiano Gerardo Ferrara, de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma.
«Era una tortura tan cruel y humillante que no estaba reservada para un ciudadano romano. Era precedida por el flagelo, infligido con diversos instrumentos, según la procedencia y el origen social de los condenados», añadió.
Por su parte, Chevitarese explicó: «La crucifixión no fue una invención romana, pero estaba muy extendida en el Imperio romano. Formaba parte de una rutina dentro de los territorios que ahora llamamos Israel».
«Aproximadamente 40 años después de la muerte de Jesús, cuando Jerusalén fue tomada, miles de judíos fueron crucificados», agregó.
Los Evangelios narran las últimas horas de Jesús, detallando su sufrimiento.
Según las Sagradas Escrituras, fue trasladado de un lugar a otro durante estas horas de juicio, con algunas vacilaciones por parte de las autoridades.
Chevitarese afirmó que históricamente esto no puede ser cierto, ya que, de acuerdo con los relatos, Jesús fue asesinado la víspera de la Pascua judía.
«La fiesta de Pascua es una fiesta política, porque es cuando se celebra el paso de la esclavitud a la libertad, la salida del pueblo hebreo de Egipto a la ‘tierra donde fluye la leche y la miel'», recordó el historiador.
«Así que imagina: una ciudad rebosante de judíos, ¿cómo la autoridad romana pudo haber puesto a un judío a cargar una cruz alrededor de la ciudad, en medio de tantos judíos? Sería una invitación a la rebelión. Con una persona como Jesús nadie podría haber perdido tiempo. Fue capturado y crucificado inmediatamente», señaló.
Para Chevitarese, los informes que existen que dan cuenta de los hechos entre la detención de Jesús, en la madrugada del jueves al viernes, y su crucifixión, horas después, no son históricos; son teología.
Unos días antes, en lo que terminó siendo el Domingo de Ramos, Jesús había entrado a Jerusalén. Fue una rara aparición suya en una gran ciudad, lo que lo habría convertido en un blanco fácil para las autoridades.
Los cuatro pilares
Pero, ¿por qué incomodaba? Porque dirigió un grupo que acababa de proclamar un nuevo reino, el Reino de los Cielos.
Y este era diametralmente opuesto al Imperio romano, según cuatro pilares básicos. «Se convierte en mesías por esa idea», dijo Chevitarese.
El primer pilar del reino defendido por Jesús fue la justicia. No solo la justicia, sino la justicia divina.
«Se refirió a Dios como su padre, su padre celestial. Esta justicia equilibrada, por supuesto, se oponía a otro reino, el que ya estaba instalado y que dominaba Judea: el de los romanos», afirmó el historiador.
«Él está diciendo: aquí en mi reino hay justicia; el de César es el reino de la injusticia», agregó.
El segundo punto es que Jesús proclamó un reino de paz, también en oposición al Estado bélico del gobierno impuesto por los romanos, un imperio que avanzaba sobre otros pueblos.
El tercer pilar es la comensalidad: comida, bebida, abundancia en la mesa de los pobres, de los campesinos.
«El grupo que acompañó a Jesús escuchó su predicación y de alguna manera encontró interesante lo que estaba diciendo», explicó Chevitarese.
Finalmente, Jesús habló de un reino de igualdad, con la participación de todos. «El ministerio de Jesús es tanto de hombres como de mujeres», señaló el historiador.
«Lo importante es que [en estos discursos] la política, la religión, la economía, la sociedad, todo esto era parte de un programa mesiánico. No estaba claro dónde comenzaba la política y dónde terminaba la religión, ni dónde terminaba la religión y comenzaban los problemas sociales. Todo estaba interconectado», continuó.
«Jesús muere a causa de un reino, el reino de Dios. Este es el movimiento de Jesús con Jesús. La próxima generación, el movimiento de Jesús sin Jesús, resignifica su muerte como una muerte sacrificial, que adquiere una dimensión estrictamente religiosa».
Las autoridades romanas que servían en la región ya estaban siguiendo los movimientos de Jesús. Y encontraron la oportunidad perfecta cuando decidió entrar en Jerusalén.
«Lo vieron crear confusión en el templo, en vísperas de la Pascua, con la ciudad llena de judíos provenientes de las regiones más diversas y pensaron: rápido, a ese hombre hay que arrestarlo y crucificarlo», explicó el historiador.




