El cierre de la vía Bogotá–Villavicencio por un deslizamiento de tierra desató esta semana un nuevo caos en Sogamoso. Decenas de tractomuleros y camioneros, en su intento de llegar a los Llanos Orientales, optaron por la transversal del Cusiana. Sin embargo, al llegar al municipio se encontraron con una restricción vigente desde junio de 2024: la prohibición de paso para vehículos de más de 28 toneladas en el corredor El Crucero–Aguazul, debido a los daños estructurales en el puente Chorro Blanco, en Pajarito.
Aunque la medida fue adoptada por el Invías, durante más de un año no se garantizó su cumplimiento. Esa omisión trasladó el problema a las calles de Sogamoso, donde el tránsito de transporte pesado amenaza con paralizar la movilidad urbana y afectar a comerciantes y ciudadanos.
El alcalde Mauricio Barón denunció que la ciudad está pagando un costo que no le corresponde, ante la falta de soluciones definitivas por parte del Gobierno Nacional y el Invías. “Sogamoso no puede convertirse en el embudo del país cada vez que hay un cierre en la carretera al Llano”, advirtió el mandatario, quien ordenó instalar puntos de control para impedir que los tractocamiones ingresen a las vías internas.
La administración municipal también hizo un llamado a los conductores para que no utilicen las calles de la ciudad como ruta alterna, alertando que la congestión podría provocar pérdidas económicas y un colapso en la movilidad.
Sin embargo, la ciudadanía exige más firmeza y gestión inmediata del alcalde ante el Gobierno central. Mientras tanto, los habitantes de Sogamoso siguen soportando las consecuencias de un problema nacional que estalló en sus propias calles.
El cierre de la vía al Llano, sumado a la restricción en Cusiana, refleja la fragilidad de la infraestructura vial del país y la falta de medidas oportunas que eviten que municipios intermedios como Sogamoso se conviertan en víctimas colaterales de un problema estructural.
