Semáforos no tapan baches

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Garzón se vende como ejemplo de modernidad con la instalación de semáforos inteligentes, un proyecto anunciado como histórico por el alcalde Francisco Feriz Calderón. Sin embargo, la población no olvida que las calles del municipio llevan más de treinta años sin una intervención estructural que garantice vías dignas y seguras.

Aunque la medida promete agilizar el tráfico y mejorar la seguridad, la comunidad cuestiona si era realmente la prioridad. Los semáforos son un símbolo de progreso, pero conviven con huecos, falta de señalización, alcantarillado colapsado y andenes en ruina que siguen afectando la movilidad.

Entre avances y exigencias ciudadanas

La crítica ciudadana es clara: no se trata de oponerse a la modernización, sino de pedir que las inversiones atiendan necesidades de fondo. Los semáforos podrán regular el tránsito, pero no repararán los baches que dañan vehículos ni eliminarán el riesgo de accidentes por la precariedad de las vías.

Los habitantes reclaman coherencia en la gestión pública. Un alcalde no puede enfocarse únicamente en la “cara visible” de la ciudad mientras las entrañas de la infraestructura siguen deterioradas. La capital diocesana del Huila necesita planificación integral, no parches tecnológicos que terminan siendo más vistosos en redes sociales que útiles en la vida cotidiana.

La administración de Calderón tiene la oportunidad de convertir esta polémica en un punto de partida para discutir en serio el futuro vial de Garzón. La pregunta es si habrá voluntad de ir más allá de las luces y enfrentar la oscuridad de los problemas estructurales que arrastra el municipio.


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