A menos de tres meses del inicio de la Copa América Femenina 2025, la Selección Colombia de mayores genera más incertidumbre que confianza. El equipo dirigido por Ángelo Marsiglia no logra consolidar una idea de juego sólida ni obtener resultados que transmitan seguridad. El empate 1-1 frente a Japón, en el último amistoso internacional, volvió a poner sobre la mesa los interrogantes sobre el verdadero nivel del combinado nacional.
Aunque la racha de partidos sin ganar se cortó frente a Nueva Zelanda, el rendimiento sigue dejando muchas preocupaciones. Contra Japón, Colombia comenzó ganando, pero no supo manejar la ventaja, repitiendo errores ya comunes: falta de control del juego, desajustes defensivos y poca claridad en ataque. Un patrón que se ha vuelto constante en los últimos compromisos ante selecciones de peso.
El equipo, que hace apenas un año se destacaba por su orden táctico, solidez defensiva y contundencia ofensiva —características que las llevaron a ser subcampeonas continentales y cuartofinalistas en el Mundial—, hoy se ve desdibujado, carente de identidad y con bajo nivel colectivo.
El trabajo de Marsiglia está bajo la lupa. Su propuesta no termina de cuajar y el tiempo de preparación se acorta. La Copa América no solo es el torneo más importante del calendario, también será clasificatorio para los Juegos Olímpicos de París 2026 y el Mundial 2027, por lo que el margen de error es mínimo.
A este ritmo, la Selección Colombia femenina podría llegar al torneo más importante del continente sin una base sólida, sin una idea clara de juego y sin la confianza necesaria para competir con selecciones como Brasil, Argentina y Chile. El desafío es inmenso, y el tiempo, escaso.




