En las calles de Pasto, donde a menudo los animales sin hogar pasan desapercibidos entre el ruido y la indiferencia, existe un lugar que se ha convertido en su salvación. Se trata del Albergue Villa Esperanza, un espacio que, bajo la dirección incansable de Óscar Flórez, lleva más de seis años rescatando, cuidando y devolviendo la dignidad a quienes no tienen voz: los perros y gatos en condición de abandono.
El trabajo en Villa Esperanza no es sencillo. Cada día llegan casos de animales heridos, enfermos o simplemente olvidados por quienes alguna vez fueron sus dueños. Sin embargo, aquí no hay espacio para la resignación: todos reciben atención médica, procesos de esterilización y, lo más importante, la oportunidad de encontrar un hogar amoroso donde puedan comenzar una nueva vida.
Actualmente, son 65 los peludos que esperan una segunda oportunidad en este refugio. Para muchos, es la primera vez que duermen bajo un techo seguro, que reciben alimento constante o que sienten una caricia sincera. “Cada uno de ellos es una historia de resiliencia y merece un futuro digno”, afirma Flórez, con la convicción de quien ha convertido su vida en una causa.
El albergue se sostiene gracias al esfuerzo del propio equipo y al apoyo solidario de ciudadanos que han entendido que proteger a los animales es también un acto de humanidad. Adopciones responsables, jornadas de voluntariado y campañas de esterilización forman parte de una labor que no solo salva vidas, sino que transforma a toda una comunidad. En un contexto donde el abandono animal sigue siendo un problema creciente, el ejemplo de Villa Esperanza recuerda que la compasión y el compromiso pueden cambiar realidades. Óscar Flórez y su equipo no solo ofrecen refugio, sino que han creado un verdadero movimiento de conciencia ciudadana, demostrando que Pasto también puede ser un territorio donde los animales sean respetados y protegidos.




