A raíz del criticado ‘tarimazo’ del presidente Gustavo Petro con nueve jefes de la mafia en la plaza de La Alpujarra, en Medellín, el procurador general Gregorio Eljach, se pronunció con ponderación, destacando el esfuerzo del gobierno por alcanzar la paz, pero pidiendo mantener “las formas” y el respeto por las víctimas de dichos actores violentos.
“Colombia necesita que todos trabajemos sin descanso en la búsqueda del a paz. No ha sido suficiente que durante décadas los sucesivos gobiernos hayan intentado fórmulas distintas para lograr ese objetivo, a riesgo de su propio prestigio. El gobierno actual, también lo está haciendo. No se debe desfallecer en ello. Perseguir es noble fin es un deber que requiere formas que mantengan el respeto por las víctimas, la dignidad del Estado y las autoridades, y la integridad de los valores más profundos que definen a una sociedad libre”, indicó Eljach.
Adicionalmente, el jefe del ministerio público se refirió a la necesidad de arreciar la persecución contra estructuras ilegales para restablecer el orden.
“Ante los hechos recientes, se hace indispensable que las autoridades extremen la persecución de las organizaciones criminales y las sometan a la ley como debe ser”, complementó el procurador.
Críticas al presidente
La polémica se desató el pasado sábado, cuando el presidente Petro encabezó un acto en la capital antioqueña, que según la Casa de Nariño buscaba impulsar un acuerdo definitivo y verificable con las bandas criminales que azotan a Medellín y sus alrededores, para lo que fueron sacados de sus celdas una serie de personajes cuya sola mención causó terror en la ciudadanía medellinense: los alias ‘Douglas’, ‘Tom’, ‘Carlos Pesebre’, ‘Vallejo’, ‘El Indio’, ‘El Tigre’, ‘El Saya’, ‘Albert’ y ‘Juan 23’.
De inmediato, las críticas se desataron desde distintos sectores políticos, sociales y asociaciones de víctimas, que rechazaron la presencia de los cabecillas en el acto de la presidencia.
Funcionarios de la Alcaldía de Medellín y sectores de la opinión pública advierten que estas estructuras mantienen actividades ilícitas como tráfico de drogas y extorsión, lo que hace cuestionable la posibilidad de un proceso de paz sin una desarticulación previa efectiva.
Además, la exhibición pública de los capos mafiosos junto al presidente, según analistas y opinadores, puede interpretarse como un gesto simbólico que legitima su figura y poder, lo que genera alarma y rechazo.



