La industria de la moda, históricamente sinónimo de glamour y creatividad, también es objeto de críticas por parte de algunos de sus propios actores. Diseñadores como Yohji Yamamoto han expresado su frustración ante un modelo cada vez más corporativo y movido únicamente por el dinero. El País A sus 82 años, Yamamoto señala que las grandes empresas ya no se preocupan por los consumidores, sino por sus balances. El País
Por su parte, Rei Kawakubo, fundadora de Comme des Garçons, ha compartido un sentimiento similar: según su esposo y presidente de la marca, Adrian Joffe, la industria necesita volver a lo pequeño y lo esencial, y que desde posiciones “alternativas” se puede diseñar de otra manera. El País
Una de las voces emergentes más relevantes es la de Ellen Poppy Hill, joven diseñadora graduada en Central Saint Martins. Hill rechazó las prácticas tradicionales del negocio de la moda: no quiso montar un gran plan empresarial, ni seguir los consejos típicos sobre registro de marca o previsión financiera a largo plazo. Su decisión, motivada por valores personales, refleja un camino “antisistema” desde dentro de la industria. El País
Otros creadores también han llevado la crítica a la pasarela. Charles Jeffrey, de la etiqueta Loverboy, ideó una coreografía pugilística para presentar su colección otoño-invierno, con modelos en un ring, simbolizando la resistencia y la lucha frente al control de las marcas. El País
Caroline Evans, profesora emérita de Central Saint Martins, señala que muchos diseñadores críticos o radicales “están firmemente arraigados en el sistema”: aunque sus trabajos puedan parecer antisistema, siguen dependiendo de la industria para existir. El País
Algunos nombres históricos que también han jugado con la rebeldía incluyen Elizabeth Hawes, Helmut Lang, Miguel Adrover y los diseñadores belgas Dries Van Noten, Ann Demeulemeester y Martin Margiela. Todos han cuestionado lo que se considera “bueno” en moda, desde adentro. El País
Un caso concreto de activismo en moda lo representa la marca española Las Culpass, que ha mantenido un enfoque feminista, anticapitalista y local en su producción. Sin embargo, como señalan sus fundadoras, construir un proyecto desde esos valores tiene un precio: “los grandes tiburones tienen los recursos, y las pequeñas sardinillas tenemos el talento”. El País
La pregunta clave es si es posible transformar la moda desde adentro o si los que intentan hacerlo terminan siendo absorbidos por el sistema. Algunos críticos argumentan que la industria tiene mecanismos para neutralizar la disidencia: la rentabilidad, la escala y las dinámicas corporativas pueden contraatacar incluso las propuestas más idealistas. El País




