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Rusia tiene miedo por sus bases en Siria y otras regiones después de la caída del dictador Bashar Al Asad, un aliado del Kremlin.
Después del derrocamiento del dictador Bashar Al Assad, persiste la duda acerca del porvenir de las bases militares rusas en Siria. La base aérea de Jmeimim y la base naval de Tartus son las únicas instalaciones militares avanzadas de Rusia fuera de la ex Unión Soviética, y han jugado un papel crucial en las operaciones del Kremlin en África y Medio Oriente.
Según Beverly Ochieng, analista de seguridad de la consultoría de riesgos Control Risks en Senegal, perder las bases militares en Siria resultaría catastrófico para el Cuerpo Africano de Rusia (ex Grupo Wagner), que tiene bases en Mali, Burkina Faso, Níger, República Centroafricana y Libia.
«Hemos presenciado que Al Qaeda en Mali festeja los sucesos en Siria y los ve como una posible estrategia para debilitar aún más la colaboración entre Rusia y Mali», declaró a la cadena británica BBC.

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Los mercenarios estabilizan a las juntas militares
Los mercenarios de Rusia han asistido a los regímenes militares en la conservación del control sobre las naciones del Sahel, que actualmente buscan el respaldo de Moscú o del Cuerpo Africano de Rusia.
El Grupo Wagner fue sustituido por el Cuerpo Africano de Rusia, que anteriormente era liderado por Yevgueni Prigozhin, quien falleció en agosto de 2023 en un accidente aéreo en Rusia. El Kremlin descartó cualquier rol en su fallecimiento.
En años recientes, los regímenes militares de Mali, Burkina Faso y Níger, todas naciones que antes eran colonias francesas, han forzado a París a retirar miles de soldados. Inicialmente, Francia había desplegado personal militar en África Occidental a petición de naciones que buscaban apoyo para luchar contra los grupos terroristas yihadistas, que continúan poniendo en peligro la estabilidad de la región.
Tras buscar armas y personal militar en Rusia, las juntas militares han obtenido beneficios de que Moscú no las ejerza presión para instaurar gobiernos electos.

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Nuevas formas de construir resiliencia
Con el porvenir incierto de las bases militares rusas en Siria, Burkina Faso y Níger, podrían necesitar un periodo de espera considerablemente más largo para un despliegue paramilitar adicional. Ochieng detalla que al desplazar a las tropas occidentales, anticipaban un aumento en el respaldo ruso.
«Esos dos países podrían estar en peligro.» «Deberán comenzar a capacitar a las fuerzas locales o explorar otros métodos para fomentar la resiliencia», afirma Ochieng.
Se informa que en 2024, Rusia y Sudán pactaron crear una base marítima rusa en Puerto Sudán, lo que facilitaría a Rusia el acceso al mar Rojo. Sin embargo, Sudán experimenta una gran inestabilidad política en medio de un conflicto civil. Según los observadores, la infraestructura en Puerto Sudán también presenta una mala condición.
Hager Ali, experto en política e investigador del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), sostiene que el conflicto en Sudán ha jugado un papel crucial en la invasión de Rusia a Ucrania. Rusia consiguió acceder a las minas de oro de Sudán gracias a la entrega de armas a las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y a las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). Para Rusia, el oro se ha vuelto cada vez más relevante, tratando de superar las dificultades.
«Fomentar el conflicto en Sudán contribuye a que la economía de Rusia se emancipe del dólar y a combatir las sanciones internacionales», detalla Ali a DW.
En Níger, Rusia está en la búsqueda activa de concesiones de uranio, con la finalidad de disminuir el control francés sobre este recurso vital. Los expertos sostienen que esto es parte de una estrategia geopolítica más extensa de Rusia para cuestionar el control occidental sobre las reservas de minerales y energía en África, y establecerse como un participante esencial en la rivalidad por los recursos a nivel mundial.



